“Me mandaron la foto de esta perrita”, escuchó que su pareja le anunciaba desde el living de la casa. Acababa de despertarse de una siesta de verano. Un poco confundido, se acercó al celular para entender de qué le estaba hablando. Y, en el momento en que vio su imagen supo que la pequeña cachorra compartiría su vida con ellos.

Habían decidido que querían adoptar a un perro. Buscaron información en algunos refugios y visitaron páginas. Hasta que decidieron que era una buena idea aprovechar las redes sociales para comunicar la intención. “Diego (N. de la R.: se refiere a Diego Gentile, el actor argentino recordado por interpretar al novio de Érica Rivas en Relatos Salvajes) escribió en su cuenta de Twitter que queríamos adoptar un perrito. Y le mandaron la foto de una cachorra que había entrado a la casa de una chica en Avellaneda. Como ella ya tenía muchos animales bajo su cuidado, la daba en adopción. Cuando la vi, morí de ternura, me encantó”, recuerda el actor, trapecista y payaso Javier Marra.

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“Encontró su lugar especial en nuestra cama”

Luego de un breve intercambio de mensajes con la mujer que la había acogido, concretaron un encuentro. Y, sin pensarlo demasiado, tomaron la decisión de que se quedara en el departamento que comparten en el barrio porteño de Palermo. Corría febrero de 2018 y la idea de agrandar la familia los emocionaba por completo. “Le pusimos Chipa, era muy chiquita y tenía la panza hinchada, típico de los cachorros que nacen en la calle”.

Pone #tnt que ya arranca nuestro casamiento che, #relatossalvajes pic.twitter.com/ac3GvsRZjc

— Diego Gentile (@Gentiledie) July 30, 2019

Ese mismo día la llevaron a quien se convertiría en su veterinario de cabecera. Chipa tenía dos meses y necesitaba empezar un plan de desparasitación y una alimentación adecuada para su tiempo de vida. “Lo mejor es que por ahora no duerma con ustedes, por lo menos hasta que veamos que el antiparasitario haga efecto”, les recomendó.

Pero no pudieron resistirse a la tentación de llevar a la pequeña cachorra a su cama y descansar los tres juntos. “Los primeros días en casa fueron de conocernos, ella a nosotros y nosotros a ella. Era muy bebé y aunque tratamos de hacerle caso al veterinario, ya al tercer día durmió con nosotros y encontró su lugar especial en la cama. Desde entonces, todas las noches se acomoda en ese mismo espacio”.

“Se levanta temprano, igual que yo”

Pronto, cada uno encontró su rol y se establecieron rutinas. Aunque Diego y Javier tienen horarios cambiantes -como los dos son actores, cumplen temporadas de funciones nocturnas y ensayos de día-, quiso el destino que alguno de los dos siempre estuviera en casa para acompañar y cuidar a Chipa. Con Javier comparte paseos por la mañana y una energía que los mantiene activos a lo largo del día. Por su parte, con Diego disfruta de dormir y mirar televisión en el sillón de la casa. Sus humanos aseguran que Chipa es una perrita que mira con atención lo que sucede en la pantalla chica.

“Ella se levanta muy temprano, igual que yo. Todos los días, a las siete de la mañana, ya estamos en la calle y hacemos nuestro paseo largo. Recorremos los parques de Palermo y disfrutamos del aire libre. Junto a Chipa encontré la excusa perfecta para arrancar el día como a los dos nos gusta”.

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En plena pandemia, Javier comenzó a prestar más atención a sus redes, especialmente a su cuenta de Instagram. Allí comenzó a compartir escenas de la vida cotidiana dentro de su casa y en las que, desde luego, Chipa estaba incluida. “Empecé a darme cuenta de que cada vez que ella aparecía, la gente interactuaba con más entusiasmo. Y, a su vez, me comentaban que Chipa ponía caras graciosas que alegraban a la gente. Y así se volvió un personaje que todos buscaban ver”.

“Sus caras cuentan un montón”

Javier Marra asegura que la expresividad de Chipa es una característica de la que la perrita goza desde cachorra. “Tengo fotos de cuando ella era muy bebé y yo la sostenía en brazos. Me da mucha gracia mirarla porque siento, por su cara de indignada, que pensaba: flaco, soltame por favor. Esas mismas caras las encontré tiempo después, cuando empecé a compartir contenido de nuestros momentos juntos y editaba los videos. Con sus expresiones siento que afirma lo que está pasando y eso aporta interpretativamente a lo que acontece porque sus caras cuentan un montón”. De allí nació tiempo después la lógica de hacer zoom a las caras de Chipa en cada posteo que Javier comparte.

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Javier asegura que de Chipa aprende todos los días. “Entendí que hay cosas que tienen que suceder más allá del día que uno tenga: si estoy de mal humor, un poco triste o lo que fuere, el paseo de la perra es sagrado. Hay que salir igual. Eso hace que la energía mute. Ir a caminar y despejar la cabeza con Chipa está buenísimo. Aunque yo soy una persona paciente, con ella ejercito esa virtud. Además, me enseñó a estar alerta de que hay otra vida al lado nuestro a la que hay que prestarle atención”.

Entre paseos, grabaciones de videos, horarios laborales, almuerzos y mates compartidos, Javier, Chipa y Diego aprenden del amor en sus diferentes formas. “Ella nos enseña lo que es el amor, el compartir, el crecer, el mirar, estar atento a otro y entender lo que le pasa, qué dice su cuerpo del otro, cuándo está contenta, cuándo está molesta, qué cosas le gustan y cuáles no. Chipa es una gran compañera y estamos felices de tenerla en nuestras vidas”.

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