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Adriana íntima: trabaja con su hija y su padre de casi 90 años, ayuda en hospitales y reconoce que sintió culpa al divorciarse

Adriana desborda de emoción. No es para menos. El encuentro con LA NACION se produce en la calesita de la plaza Arenales, en el corazón de Villa Devoto, a la que la actriz y cantante, que desarro...

Adriana desborda de emoción. No es para menos. El encuentro con LA NACION se produce en la calesita de la plaza Arenales, en el corazón de Villa Devoto, a la que la actriz y cantante, que desarrolla su arte para las infancias, concurría cuando era niña.

Y si esa emoción es válida per se, se potencia porque llega a la entrevista acompañada de su hija Julieta, quien heredó su vocación, y de su padre, de quien tomó la inspiración por la tarea artística. Hoy, los tres construyen el espectáculo que vincula generaciones sobre el escenario y en la platea. Fenómeno que se repetirá este domingo 23 de julio, a las once y media de la mañana, en la sala del porteño teatro Broadway, donde ofrecerá el nuevo espectáculo Cantando con Adriana, la banda de sonido de tu infancia.

“Adriana, ¿nos podemos sacar una foto con vos?”. El pedido no llega de un niño en edad de concurrir al jardín de infantes ni de los alumnos de la escuela primaria que se emplaza enfrente, quienes sí se sumarán una vez que entren en confianza. La avanzada la lleva a cabo un grupo de adolescentes de colegio secundario. “Mis primeros públicos ya son adultos”, reconoce Adriana y pone en blanco sobre negro que su carrera esta sedimentada en una trayectoria extensa y exitosa y, rompiendo toda regla implícita, al margen de la televisión.

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“No quiero aprovechar, quiero disfrutar”, explica Adriana, fundamentando las razones por las que no se sumó a la maratónica temporada invernal porteña, donde las propuestas teatrales suelen ofrecerse todos los días. Ya lo hizo, hoy elige pausar la vorágine y dedicarse a generar los contenidos que sube a su canal de YouTube y a sus redes sociales. De todos modos, el contacto en vivo con su público lo mantiene vigente con permanentes giras por el país, como la que realizará durante agosto, mes de las infancias, por Chaco, Santa Fe y Corrientes.

-Se suele decir que la masividad solo se logra a través de la televisión, pero, evidentemente, no siempre es así.

Adriana: -Se puede construir lo que quieras construir. Nunca imaginé que podría llegar a tantas familias, durante tanto tiempo, y sin pasar por el medio que suele dar el gran espaldarazo.

En sintonía con su mamá, su hija, quien, además, suele ofrecer su espectáculo Bailando con Julieta, y es la invitada del actual show de Adriana, afirma que “cuando ella comenzó, tampoco existía la difusión que hoy dan las redes sociales”. Tiene razón. El de Adriana, indudablemente, es un fenómeno que cuenta con sus propias lógicas de consumo.

“La vida me fue llevando”. Razones no le faltan a Adriana para tal enunciación. El recorrido fue atípico. Pensarlo puede convertirse en una biopic sumamente interesante que incluye cientos de shows, diez discos editados -y el undécimo en preproducción- y una tarea social paralela que conmueve. Además, la animadora infantil es la elegida por famosos para la animación de sus fiestas. Así sucedió cuando Marcelo Tinelli, Nicolás Repetto, Adrián Suar o Wanda Nara decidieron celebrar los cumpleaños de sus hijos en edad escolar. Tampoco faltaron en ese listado exclusivo los astros del fútbol o algún político de renombre.

Esta familia de manos a la obra conoce el marketing de manera espontánea. Adriana, aún siendo maestra jardinera, su primera vocación, anotaba los mails de las familias que asistían a las fiestas infantiles que animaba. Tal demanda se le generó que una madre la llamó, doce meses antes, para que animara el primer cumpleaños de su hijo que acababa de nacer.

Hoy, su espectáculo compila “aquellos hits de la música para chicos, pero que también conoce la familia”, afirma la artista, ya instala con su hija y su padre en un coqueto bar, donde el personal que sirve las mesas no tarda en reconocerla y saludarla, agradeciendo aquella infancia acompañada.

Julieta enumera el repertorio, ayudando a su madre en la recorrida nemotécnica del show: “Están las canciones para los más chiquitos, las que permiten jugar con las manos; las de los sapos que hacen saltar a todos, y, sobre el final, los temas de todos los tiempos recordando lo que cantaban artistas como Gaby, Fofó y Miliki, María Elena Walsh o Julieta Magaña”. Su madre reconoce: “Se trata de seguir el legado de esos próceres, pero también reconocemos que nosotras estamos dejando una huella en las infancias actuales”.

-No es un tiempo fácil para las infancias.

Adriana: -Se necesita respetarlas para que puedan convertirse en adultos respetuosos.

-En un mundo digital, ¿cómo se hace para anclar la atención del niño en un espectáculo analógico como el de ustedes?

Adriana: -Proponiéndoles a los chicos, desde el propio convencimiento, un juego divertido. Sobre todo, se trata de jugar de verdad y no de simular que se hace algo para quedar bien. Si vamos a jugar a las escondidas, lo haremos de verdad. El “hago como sí...” no sirve, porque es el juego real el que mata a la tecnología.

La voz de Adriana es tan dulce como la que se percibe en sus shows o en sus discos. Si hasta para pedir el café, pareciera ser que está cantando. La misma alegría se percibe en su hija, impecablemente producida para la entrevista, y en su padre, un hombre simpático que, en algún momento de la charla, le preguntará a su hija si los mozos la reconocieron. Testeo de mercado que le dicen.

-¿Cómo es el proceso de armado de cada espectáculo nuevo?

Julieta: -Comenzamos pensando y definiendo qué mensaje queremos dar. Una vez definido eso, nos ponemos a trabajar en el repertorio de canciones que vamos a hacer y las ordenamos de modo tal que el show se convierta en un viaje.

Adriana: -No armamos el espectáculo en base a nuestro gusto, sino a aquello que el niño quiere ver, buscando el equilibrio al servicio de las infancias.

Del aula al escenario

“Era la maestra jardinera que cantaba para sus alumnos, ellos fueron mi primer público. Así comenzó todo, buceando en ver qué otra cosa se les podía ofrecer a los chicos. “Adrianita, ¿vos estás loca?´, me dijeron las autoridades de la escuela cuando les propuse cantar”.

Se dice que el niño es el que impulsa los consumos familiares. Algo de eso sucedió en esta historia. “Los padres me decían que los chicos se pasaban entonando las canciones, pero que no tenían dónde escucharlas, eso me llevó a grabarle a cada alumno un casete TDK”. A trabajo artesanal, no le gana nadie. Lo que no imaginaba en ese tiempo es que, con los años, eso se convertiría en su profesión y que aquellos registros amateurs luego se sofisticarían, sin perder identidad, hasta ganar varios Discos de Oro, el gran reconocimiento de la industria musical.

-La docencia, ¿te dio herramientas para desarrollar tu trabajo artístico?

Adriana: -Por supuesto. Nosotras no gritamos, no lo necesitamos. Hacemos el teatro Broadway con mil localidades y lo convertimos en un jardín de infantes en cinco minutos. Hay mucho de las Ciencias de la Educación que se aplica en el show.

Adriana trabajaba en un conocido colegio de Palermo cuando realizaba sus primigenias performances artísticas. Era, desde ya, la maestra elegida para encabezar las fiestas escolares: “Me volvió loca la energía de los actos, actuar frente al público”. En esa época, llevaba a sus alumnos pequeños al teatro La Galera para ver las obras de Héctor Presa, un referente del teatro para niños: “Se me iban los ojos, quería estar arriba del escenario”, reconoce.

Desinhibida, luego de una de esas funciones le confesó al director su deseo. Presa no dudó en convocarla para formarla e iniciarla en el mundo del teatro. “La primera obra que hice con él fue aquella que yo veía desde la platea y me gustaba tanto”, recuerda Adriana en referencia a No me asustes más, material con autoría de Presa. “También aprendí mucho de Ricky Pashkus, Ángel Mahler y Carlos Gianni”.

Se insertó cómodamente en el staff de la compañía La Galera, donde hacía funciones matutinas y vespertinas para colegios: “En un momento tuve que tomar la difícil decisión de elegir entre ser maestra o dedicarme al teatro porque las dos cosas no podía hacer. Me dio miedo, vértigo, pero me quedé con el teatro”. Todavía no había tenido a sus dos hijos, lo cual le permitió decidir con más libertad. “Fueron años de tomar decisiones. Cuando dejé el jardín, mis padres no podían entender que dejara un lugar donde tenía prestigio, donde los chicos querían que les tocara la maestra que cantaba”.

Cuando ya era madre de Julieta y Martín, y luego de siete años integrando la compañía, la actriz entendió que era tiempo de abandonar el grupo porque intuía que un desafío nuevo podía colmarla aún más. Nuevamente, decidió patear el tablero.

-Te jugaste.

Adriana: -Lo peor que me podía pasar es que me fuera mal.

La animadora recuerda aquella vez en la que el maestro Carlos Gianni, un notable y prestigioso especialista musical en torno a las infancias, la convocó para que formara parte de elenco de una obra de su socio Hugo Midón. No pudo ser, debido a los nervios, se presentó muda a la audición final frente al dramaturgo. Cuando volvió a su casa, Sergio, entonces su marido, llamó a un teatro y logró que le programaran la obra con las canciones que cantaba frente a sus alumnos y sin cobrar un peso. Fue un éxito.

Inspiración heredada

Julieta, desde muy chica, entendió que su vocación era el arte: “Me crie en un teatro, siempre me gustó bailar, me metía en los ensayos de mi mamá, me sabía todas las coreografías”. Acompañando a Adriana, su debut fue en la Calle Corrientes y cuando contaba con solo 7 años.

Así como su madre debió tomar la decisión de abandonar la docencia, Julieta sacrificó algunos aspectos de su vida social para poder cumplir con su deseo: “Hasta la pandemia, no sabía lo que eran las vacaciones de invierno porque siempre estaba haciendo temporadas de teatro”.

-Julieta, ¿cómo te organizabas con tu propia vida escolar?

Julieta: -Cuando hacíamos giras los fines de semana, volvía corriendo para ir el lunes al colegio; por eso aprovechaba a dormir, atrás de la escenografía, durante las escenas donde no me tocaba actuar, pero reconozco que nunca tuve dudas, amo lo que hago.

Más allá del trabajo junto a Adriana, Julieta tiene su propio espectáculo, que ya estrenó en el Paseo La Plaza, y un disco editado con canciones de su autoría y covers de Sandro y ABBA. “Hoy monta las escenografías de nuestros shows, pero también trabaja sola en teatro para adultos; es muy disciplinada y una gran productora”, dice la madre orgullosa de la descendencia.

Las influencias de Adriana

“Mi papá me marcó la vida. Es un gran pianista y, en su adolescencia, tocaba jazz. Siendo muy jovencito, Waldo de los Ríos lo convocó para integrar su agrupación, pero sus padres no lo dejaron”, recuerda Adriana, dejando en claro que ella sí puedo elegir el rumbo.

Hoy, el abuelo Saúl es adorado por los niños gracias a la participación especial en el espectáculo de su hija. “Como toco el teclado, en el espectáculo haré lo que me pidan”. El hombre, cercano a los 90 años, cuenta con un repertorio que incluye un popurrí de canciones de María Elena Walsh y un tango de su autoría llamado “Bolsillo de caramelos”.

Rápidamente, Saúl explica el germen de esa composición: “Fernando Bravo la llamó a Adriana y le preguntó por qué no había un tango en su repertorio, así nació la idea de esa canción”, sostiene este hombre vital que se suma al juego de las fotos junto a su hija y su nieta, como uno más. “Bolsillo de caramelos” es un homenaje al padre de Saúl, quien iba a buscar al colegio a Adriana y a su hermano, quienes sabían que su abuelo tenía los bolsillos repletos de dulces para regalarles.

Si alguna vez tuvo que decirle que no a Waldo de los Ríos, gracias a su hija y a su nieta cumple el sueño de subirse al escenario. Los chicos ya lo conocen y lo llaman “el abuelo Samuel”, un personaje más del show.

Si de cuestiones de familia se trata, Adriana se separó de su marido hace seis años. El padre de sus hijos también formó parte de la empresa ocupándose de la producción y las cuestiones técnicas, un verdadero puntal en aquellos tiempos donde la actriz y cantante se fue ganando un lugar estelar.

“Me costó un montón separarme, fue cerrar una etapa con amor, reconociendo todo lo logrado juntos, empezando por la familia. Hoy seguimos compartiendo la vida y hasta las fiestas familiares y el Año Nuevo junto con su novia”. Acaso por tabú, “pensaba que había una contradicción en separarme, trabajando para las familias, hasta que entendí que Adriana también es una mujer, al punto tal que ahora apuesto a enamorarme”.

Dar

Antes de despedirse, Adriana susurra, sin hacer alardes, las tareas sociales que desarrolla en torno a la misión solidaria y a la asistencia a chicos que padecen alguna enfermedad grave.

-¿Cómo nace la tarea social que llevás a cabo?

Adriana: -Cuando me di cuenta de la llegada masiva que tenía, me planteé que podía ser el eslabón de una cadena de ayuda.

Julieta: -Hay mucha gente quiere ayudar y no tiene la posibilidad a mano.

Adriana: -Hacemos cadenas tremendas en los teatros, al punto tal que hemos llegado a comprar equipos para los hospitales públicos y hasta acondicionado una sala de pediatría del Hospital de Clínicas, fue darle vida a la vida. Ahora, estamos buscando zapatillas para llevar a las comunidades Wichís, a través de una ONG que ayuda a pueblos originarios.

A la hora de ir para atrás en el tiempo, recuerda cuál fue el primer caso que la impulsó a ofrendar trabajo social: “Hace diecisiete años ayudé a una mamá a cumplirle el sueño a su hijita que tenía una enfermedad terminal. Eso cambió mi vida y fue el comienzo de una misión”.

Su última “misión” fue junto a la ONG Botiquín en el alma, trabajando en un proyecto que permite la expresión artística de chicos con alguna discapacidad, “subieron a escena como artistas, mostrándole al mundo que todos somos diferentes”.

La Casa Garrahan, la Casa Ronald y el Hospital de Clínicas son algunas de las instituciones que cuentan a la animadora como benefactora muy activa. “El alma de un niño no se enferma”, sostiene al despedirse y dejando en claro las razones de su obra.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/adriana-intima-trabaja-con-su-hija-y-su-padre-de-casi-90-anos-ayuda-en-hospitales-y-reconoce-que-nid21072023/

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