Boca no descansa nunca y navega en las aguas de las elecciones más politizadas del fútbol argentino
En los 80 Italia era la primera meca del fútbol globalizado. Sus clubes pertenecían a poderosas familias industriales que se acercaban al pueblo a través de la pelota. Si en el Renacimiento los ...
En los 80 Italia era la primera meca del fútbol globalizado. Sus clubes pertenecían a poderosas familias industriales que se acercaban al pueblo a través de la pelota. Si en el Renacimiento los Medici patrocinaban artistas y científicos, en el siglo XX los Agnelli bancaban a Juventus, la Vecchia Signora que reinaba sin necesidad de ostentar. Pero en 1986, Silvio Berlusconi aterrizó en plena cancha en helicóptero y con música de Wagner. Abrió la era del despilfarro. Pura ostentación. Su exitoso Milan no sólo le dio títulos. También le dio votos. Y más negocios.
En Argentina, los clubes eran fundados por los propios futbolistas. Se sumaron líderes barriales pujantes. También políticos que buscaban mantener contacto popular. La famosa gira europea de 1925 convirtió a Boca en vidriera dorada. Hasta River saludó la partida haciendo flamear la bandera y con su capitán subido al buque. En 1936, la política se hizo explícita: el general Agustín Justo, presidente de la Nación, facilitó dineros para completar la Bombonera, pero impuso como máxima autoridad del club a su yerno, Eduardo Sánchez Terrero. Y en 1954 llegó Alberto J. Armando, el primer presidente legendario, el de la frase célebre y exagerada: “Boca es la mitad más uno”.
Lo aprovechó como nadie Mauricio Macri, el presidente más ganador. Hubo sequía inicial de tres años. Pero luego fueron 16 títulos en tres mandatos (1995-2007). Cuatro Libertadores. Real Madrid. Boca fue su trampolín a la presidencia de la Nación. Subido hoy a los votos del nuevo presidente electo Javier Milei, Macri es otra vez protagonista central de la política argentina y ambos –más el nombre gancho de Martín Palermo DT– debían enfrentar este domingo al ídolo, Juan Román Riquelme, en elecciones ahora suspendidas por la Justicia. Es un proceso que, ya está claro, sufre abuso del poder político. Con prensa que, en este caso, no dice “populismo”. Y justicia oportuna. “Para los amigos, todo. A los enemigos, la ley”. Es un viejo dicho que algunos acompañan con el consejo del Viejo Vizcacha: “Hacete amigo del juez”.
Los multimillonarios modernos ostentan su poder. Hasta planifican vidas longevas en Marte para escapar de una Tierra en crisis, de la democracia y de los pobres. “¡Daremos un golpe de Estado a quien queramos!”, replicó Elon Musk cuando lo acusaron de codiciar el litio de Bolivia. Lo hizo a través de X, parte del mundo virtual que multiplicó sus fortunas. Un gobierno de algoritmos que difunde odios y negacionismos y alimenta sus narcisismos.
El propio Musk, líder de la aristocracia global, desafió a combatir dentro de una jaula a su rival tecnológico Mark Zuckerberg. “La pelea más grande de la historia del mundo”. Y millones de “siervos digitales”, describió Yanis Varoufakis, ex ministro de Economía de Grecia, “pegados a sus teléfonos inteligentes”. Creyendo que la mentira es verdad.
Cuenta Federico Polak, interventor de un Boca casi quebrado entre 1984 y 1985, que en 1983 Macri evaluó comprar Cosmos de Nueva York. “Se entusiasmó y preparó un plan de negocios”. Y que ese proyecto fallido germinó la idea de Boca. Pero sin advertir que Cosmos era una franquicia (“se compra, se vende, cambia de nombre, se trasforma, o simplemente se disuelve”), y que Boca, en cambio, “es una pasión, no un negocio. Y los hombres de negocios están preparados para hacer negocios. Es lo que Macri continuará haciendo durante toda su vida”, dice Polak en su muy buen libro de 2019 Armando a Macri. “El 9 de Qatar”, último negocio (frustrado) parece un cuento de Fontanarrosa. Pero fue real. “¿Y si el dueño de Betsson pide ahora a Riquelme que ponga a su hijo en Boca?”, ironizó alguien en las redes sociales.
Contó también Riquelme que Macri, siendo presidente de la Nación, lo citó en 2021, supuestamente, para pedirle que apoyara a su gente en Boca. “25 de setiembre de 2021. Ingreso: 15hs. Salida: 16.30hs”, confirman las actas de Olivos. Tienta el contraste. Simplificar. “El empresario puro negocio vs. el ídolo pura pasión”. A su modo, ambos pueden sentir amor legítimo por Boca. Con seis títulos en sus primeros cuatro años de gestión (pero sin la Libertadores), economía en orden y fuerte identidad bostera, el oficialismo teme que el nuevo gobierno nacional -que asumirá el 10 de diciembre-, ante elecciones ahora de fecha incierta, decrete una intervención como la que ya sufrió la AFA en 2016, en tiempos de Macri presidente.
Acusado por la oposición de “truchar” el padrón electoral, Riquelme juega a fondo. Más límite. Estuvo hasta las 4 de la mañana en el programa por streaming, en YouTube, de Flavio Azzaro. Afirma ya que fue un “apriete” el misterioso secuestro de Christian en 2012, cuando él era jugador y discutía con Boca. Es su hermano el que este jueves debe declarar ante la justicia por una acusación de reventa de entradas para la barra (la avalancha judicial de estos meses también incluye denunciantes anónimos y falsos). Un juez que investigó ese mismo tema en 2012 terminó destituido. Eran tiempos de Daniel Angelici. “Lo único que intento”, dice ahora Riquelme, “es que sigamos siendo un club de fútbol”. Boca hace ya tiempo que es mucho más que eso. Siempre vivió “obligado” a ganar. Pero ahora ya no sólo dentro de la cancha. También afuera.