Breeders’ Cup: Belleza de Arteaga toma ritmo en Santa Anita Park, con un propietario que vive el sueño también como peón y un entrenador que aceptó un desafío fuera de libreto
Belleza de Arteaga ganó las últimas nueve carreras que corrió, una cosecha consecutiva que no se gestaba con ninguna yegua en la Argentina desde 1991. Fue esa hazaña que no se registraba hacía...
Belleza de Arteaga ganó las últimas nueve carreras que corrió, una cosecha consecutiva que no se gestaba con ninguna yegua en la Argentina desde 1991. Fue esa hazaña que no se registraba hacía 32 años la que le abrió las puertas del altar hípico y de los Estados Unidos. A su edad, 6 años, vive una segunda juventud en un año inimaginable. Su despedida de las pistas será en Arcadia, California, casi en el otro extremo del continente americano en el que relanzó su historia deportiva. Y allí, en la arena de Santa Anita Park, galopa por estas horas la alazana en la cuenta regresiva para correr el 4 de noviembre el Distaff (G1-1800m), una versión de la Breeders’ Cup exclusiva para hembras adultas que solamente pudieron ganar cuatro extranjeras y tres de ellas fueron argentinas.
Eduardo “Cacho” Valenzuela es su propietario desde mediados de 2022, cuando una desgracia ajena lo llevó a encontrarse con Belleza de Arteaga en un remate online de liquidación de una caballeriza, Las Raíces, por el fallecimiento de su dueño, Federico Caracoche, en un accidente de tránsito. “Veníamos ganando poco con el stud y queríamos un poco más. En esa subasta me gustaba otra yegua que hasta ahí tenía mejores antecedentes, pero nos terminamos quedando con Belleza”, recuerda siempre quien comparte la propiedad con su hijo Jorge. “Nos habían dicho que tenía algunos problemas de salud y que era geniosa, pero igual hice el intento y nos quedó a nosotros, por suerte”. Un detalle: a Forty Cinque, la primera que estaba en la mira de los Valenzuela, le ganó cada vez que la enfrentó en la nueva etapa. Acaso, estaba predestinado.
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Hoy Cacho está en California viviendo el sueño. Es también el peón, porque el habitual no pudo viajar al serle rechazado el visado. “Esto es inolvidable, vivo día a día”, asegura. Valenzuela era chofer de colectivos cuando llegó a la ciudad neuquina de Chos Malal en 1989 y allí tiene una distribuidora de alimentos que involucra a toda la familia. Los recuerdos con las carreras de caballos lo llevan a una pasión familiar, que luego compartió con amigos y le impregnó a su hijo. Hoy se siente en Disney y se le hace un nudo en la garganta de la emoción con cada vivencia. Casi sin escalas, del amateurismo de las cuadreras a la cima del mundo, en uno los grandes hitos que ofrece el calendario del turf mundial. “El cuidador es un poco exigente, pero nos estamos llevando bien”, bromea.
A su lado está Juan Franco Saldivia, el entrenador, un amigo que le festejó el cumpleaños 54 el lunes anterior y se convirtió en el compinche de la travesía para hacer más llevadero cierto desarraigo. También, el cocinero del equipo. Pero tiene un rol principal: en sus manos está la preparación de Belleza de Arteaga. “Nos cambió la vida a todos, nadie esperaba una campaña así. Aunque a poco de llegar le dijo a Cacho que andaba muy bien”, evoca el preparador, un fanático además de la pesca que se formó al lado de un ilustre en el oficio, Roberto Pellegatta, antes de comenzar a cuidar también en forma independiente.
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“Ya en Argentina la estuvimos vareando con montura unos meses antes de viajar, como parte de la adaptación a lo que nos íbamos a encontrar, y comenzó a dársele el alimento que iba a tener en Estados Unidos. Aunque perdió unos kilos, nunca sintió el cambio ni dejó la comida. Está linda, se la nota bastante bien; igual, aunque no lo demuestre porque es muy noble hay que considerar el stress que pasó en los viajes. Si nos cansamos nosotros, que vamos cómodos, imaginate los caballos”, repasa Saldivia, que tiene contacto permanente con el equipo que quedó en Buenos Aires. Sus ojos están puestos en Belleza de Arteaga y la cabeza también trabaja con el seguimiento a la distancia de los pensionistas que tiene en Palermo. “Nunca imaginé vivir esta experiencia. Sólo con un loco aventurero como este dueño se puede dar. Nos permite medirnos dónde estamos parados internacionalmente”, manifiesta.
Atrás quedó el capítulo de la conflictiva demorada exportación, cuando la Aduana interpretaba que había un fraude en su salida y convocó a sus responsables a una reunión para reorganizar las presentaciones de los papeles. Ahí asomó la voluntad del organismo por involucrarse en la causa deportiva y ganarle una carrera a la burocracia. Entonces, en unas horas todo quedó aclarado y la yegua embarcó desde Ezeiza a Miami, con una escala en Quito, Ecuador. “Desde el desconocimiento, algunas cosas las hicimos mal y otras se confundieron, pero encontramos muy buena predisposición a solucionarlo”, dice Cacho. Como en el dicho, la tercera fue la vencida, con la imposición de establecer una cotización simbólica acorde a sus títulos, aunque fuera una salida temporal. Hubo desprolijidades por no tratarse de un exportador formal. El revuelo que generó cierto amarillismo quedó atrás. El turf argentino convive con una gran desconfianza en la sociedad, poco familiarizada con la industria.
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Hubo más manos que respaldaron al proyecto con su cooperación. Adolfo Cambiaso, el mejor polista del mundo y de buena relación con Saldivia, les consiguió un lugar en un campo de un patrón en Wellington para que Belleza de Arteaga comenzara a moverse tras la semana de cuarentena obligatoria al bajar del avión. En ese lugar, sin otros caballos en esta época porque el polo no está en temporada allí, fue estirando los músculos de a poco hasta completar el camino hasta Arcadia, en la costa oeste, con un traslado de 14 horas, ocho más de las previstas, porque debió hacer una escala por problemas climáticos. “Era un campo 5 estrellas. Nos hubiese gustado quedarnos más, pero no daban los tiempos”, sentencia Cacho.
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El entrenador chileno Marcelo Polanco fue quien recibió a la argentina Blue Stripe, segunda al hocico el año pasado en el Distaff, y se convirtió en anfitrión en esta oportunidad. Sólo hay agradecimiento para su hospitalidad. En un box de su stud en Santa Anita Park está la esperanza albiceleste para ese cotejo programado para dentro de tres semanas. “Son los tiempos que tenemos, y hay que trabajar con esa realidad. No hay margen para descansarla, porque se nos viene la fecha encima. El clásico que vamos a correr y el nivel de las rivales demanda más exigencia. Acá se pide por anticipación el permiso para ejercitar y este miércoles va a hacer una partida. Y la otra semana pienso hacerle un floreo en 1800 metros, que es muy poco habitual acá y voy a tener que ver cómo lo ejecutamos”, revela Saldivia. “Acá todo es muy profesional, muy dedicado. Los tractores pasan a alisar la cancha cada media hora cada mañana; es brava la cancha, se entierran. Como el trazado es mucho más chico que el de Palermo, la yegua da dos vueltas”, contextualiza el preparador.
De acá a la carrera, los días van a parecer más cortos. Ya no habrá tiempo para pasear por las playas de Santa Mónica o sacarse fotos con el letrero gigante de Hollywood en el Parque Griffith. “La yegua está bien, pero necesita tomar más ritmo. Ya estuvimos viendo que salen rápido y antes del último codo se corre de firme”, van tomando conclusiones entre mañanas frescas y tardes cálidas. Y la etapa de definiciones incluye definir al jockey: William Pereyra, su monta habitual en la Argentina, tiene esta semana su entrevista en la Embajada. Es la última pieza que le falta al equipo para el desafío de sus vidas.
Otra argentina en la Breeders’ Cup 2023Afincada en Estados Unidos desde comienzos del año pasado, Didia se convirtió el fin de semana anterior en la segunda representante argentina en la Breeders’ Cup, pero en otra división, sobre césped. Entrenada por el argentino Ignacio Correas, la Yegua del Año 2021 en Argentina venció en cinco de sus seis carreras en territorio norteamericano y lleva ocho primeros puestos y un segundo en las últimas nueve presentaciones.
Su victoria en el Rodeo Drive Stakes (G2-2000m), en su primer viaje a Santa Anita Park, le dio la clasificación el 7 de octubre pasado, tras haber competido previamente en Colonial Downs, Fair Grounds, Churchill Downs y Belmont Park, en la otra costa. En su caso, en el Filly and Mare Turf (G1-2000m), el 4 de noviembre, se topará con las mejores europeas que crucen el océano Atlántico.