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Con preocupación por la transición, en EE.UU. nadie se atreve a hacer pronósticos sobre la elección argentina

WASHINGTON.- Un informe del banco Barclays que circuló esta semana advertía que el riesgo de un camino “desordenado” a una dolarización se había incrementado sustancialmente, en la antesala...

WASHINGTON.- Un informe del banco Barclays que circuló esta semana advertía que el riesgo de un camino “desordenado” a una dolarización se había incrementado sustancialmente, en la antesala de la elección presidencial, con las últimas señales de Javier Milei, y que el panorama para la Argentina “se está deteriorando rápido”. El título del informe resumía la preocupación que reina en el rincón de Wall Street que sigue mirando a la Argentina: “Ni cerca del fondo”.

Al igual que en la Argentina, en Estados Unidos aguardan con una mezcla de expectativa y preocupación el veredicto de las urnas, a sabiendas de que la única certeza es que, en la coyuntura que recorre el país, cualquier pronóstico es temerario, y, gane quien gane, la transición será muy complicada. Milei –y su propuesta de dolarización– ocupó el centro de las discusiones durante la campaña, y también fue el foco de la cobertura de los medios internacionales que pusieron su mirada sobre el país, incluida su entrevista con Tucker Carlson, una carta de presentación singular para el público norteamericano.

En Estados Unidos, Milei abrió una grieta entre quienes ven su ascenso con enorme preocupación y perplejidad, y quienes se entusiasman y minimizan las inquietudes, a las que consideran exageradas. Las ansiedades sobre el futuro del país confluyen con la expectativa de un giro promercado, algo que, remarcan muchos, ocurrirá sin importar qué candidato gane, Milei, Sergio Massa o Patricia Bullrich, aunque, desde ya, con diferencias sustanciales.

Nadie lo dirá en voz alta en la Casa Blanca o el Congreso, pero Washington prefiere socios previsibles y estables –aun cuando haya diferencias ideológicas–, estilos de liderazgo que escasean en la América latina contemporánea. Un vocero del Departamento de Estado dijo a LA NACION que Estados Unidos no respalda a ningún candidato o partido, y que esperan “discutir la cooperación continua con el nuevo gobierno”. La administración de Joe Biden está en las antípodas de Milei –Biden tiene una foto de Francisco en el Salón Oval, y el cambio climático es una de sus prioridades–, pero la administración demócrata ha mostrado una enorme predisposición para trabajar con cualquier gobierno o líderes, incluidos dictadores.

Fortaleza bilateral

La relación bilateral entre la Argentina y Estados Unidos mostró una notable resiliencia durante el gobierno de Alberto Fernández, signada por un alineamiento que mechó roces y diferencias en política exterior con un respaldo inclaudicable en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ese alineamiento, se prevé, continuará gane quien gane y hasta podría llegar a fortalecerse. Milei dijo que sus principales aliados serán Estados Unidos e Israel, Bullrich retomará la línea que dejó Mauricio Macri y Massa aceitó durante años sus vínculos en el norte pensando en su llegada a la Casa Rosada. La relación con el Tesoro norteamericano y el Fondo quedó tocada –el plan “platita” y sus declaraciones cayeron mal–, pero si algo sabe hacer Washington es dar vuelta una página y empezar de nuevo, más aún si enfrente hay un presidente electo. De triunfar, Massa apuesta a eso.

En el Fondo aguardan con ansiedad el final del proceso electoral, a la espera de poder sentarse de una vez por todas con un nuevo gobierno que traiga a Washington lo que el Fondo pide desde hace cuatro años: un plan serio con amplio respaldo político.

Rodrigo Valdés, director del Hemisferio Occidental, repitió días atrás desde Marruecos, donde se realizó la asamblea anual del organismo, un mensaje ya oxidado del Fondo. Valdés dijo que la Argentina enfrenta “desafíos muy importantes”, incluidos una inflación “muy alta y creciente”, baja cobertura de reservas y una situación social delicada, y debe tener un plan arraigado en un ajuste fiscal profundo que cuente con un vasto respaldo.

“Para abordar estos desafíos y salvaguardar la estabilidad se requiere un plan macroeconómico sólido y creíble, e idealmente respaldado políticamente por una mayoría fuerte. Este plan tiene que estar anclado también en fortalecer decididamente las finanzas públicas y, al mismo tiempo, proteger a los más vulnerables del país”, afirmó Valdés, al responder preguntas sobre la Argentina.

Valdés y Luis Cubbedu, quien lleva el día a día de las negociaciones con la Argentina, ya tuvieron después de las primarias contactos con Milei, sus asesores económicos, y con Carlos Melconián, Luciano Laspina y otros economistas de Juntos por el Cambio para empezar a recorrer una eventual transición. El ida y vuelta con Massa y su equipo se enfrió en la campaña, pero deberá renacer si o si tras la elección, sobre todo si gana el actual ministro de Economía.

Resultados concretos

Luego del fracaso de Mauricio Macri, en Wall Street y en el mundo inversor, que puso distancia con la Argentina en los últimos años, quieren ver resultados concretos más que promesas. El pesimismo creció con el avance de la campaña, el deterioro de las variables económicas y la incertidumbre sobre la transición y el futuro gobierno. Por distintos motivos, ningún candidato convence del todo. A Massa le cuestionan su gestión, el kirchnerismo y sus idas y venidas; a Milei, la gobernabilidad y la factibilidad de sus ideas –”están en bolas”, sintetizó un inversor sobre el espacio–, y a Bullrich, su falta de destreza con los temas económicos, un déficit que ella intentó subsanar con Melconián, pero igual se vio durante la campaña.

El debate sobre los planes de los candidatos se centró en la dolarización de Milei, que en Estados Unidos cosechó más rechazos y reparos que adhesiones. Los bancos internacionales dijeron que es una “cortina de humo”, exfuncionarios del Fondo y del Tesoro creen que en contra de lo que la Argentina necesita, un plan ortodoxo clásico: un fuerte ajuste fiscal acompañado de una normalización del régimen cambiario y monetario. El Fondo y el Banco Mundial también pusieron objeciones. El Fondo remarcó que la dolarización “no es un sustituto de políticas macroeconómicas sólidas”.

En medio del pesimismo, un inversor que puso plata en el gobierno de Macri y se sumó al canje de Martín Guzmán, y ahora volvió a invertir antes de las primarias, veía una bala de plata en la elección: el fin del kirchnerismo. “El país repudió ese modelo”, dijo. En su mirada, cualquier cosa que venga será mejor, incluso Milei.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/con-preocupacion-por-la-transicion-en-eeuu-nadie-se-atreve-a-hacer-pronosticos-sobre-la-eleccion-nid21102023/

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