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El padre y sus aportes invisibles

La madre es verdaderamente importante en el desarrollo neuromadurativo y afectivo de los hijos, nadie lo puede negar ni contradecir. Sin embargo, ¿alguna vez pensamos en lo fundamental que es un p...

La madre es verdaderamente importante en el desarrollo neuromadurativo y afectivo de los hijos, nadie lo puede negar ni contradecir. Sin embargo, ¿alguna vez pensamos en lo fundamental que es un padre? Quizás no. Por esto quisiera hacer mención sobre algunas investigaciones de la influencia paterna en sus hijos, especialmente considerados desde la ausencia del padre.

Los resultados de dichas investigaciones confirman lo que todos intuimos: la importancia del padre y de la madre en la educación de los hijos. Y que la ausencia de uno de ellos puede suponer consecuencias, a veces serias, en el desarrollo del hijo.

En este caso, se han estudiado con mayor profundidad los efectos ocasionados por la falta de la figura paterna, llegando en algunos casos a ser un verdadero síndrome, conocido como “síndrome del padre ausente”, que es “el conjunto de privaciones afectivas, cognitivas, físicas y espirituales que sobrevienen al hijo como consecuencia del vado que se opera en las relaciones paterno-filiales” (Polaino Lorente). Este síndrome está configurado por la falta de dedicación del padre a la educación de sus hijos, siendo esto independiente de la variable del tiempo que pase en el hogar, pero en todos los casos se caracteriza por una no implicación del padre, dejando un vacío, imposibilidad o ausencia comunicacional. La etiología de este síndrome está todavía en estudio, pero entre las causas más relevantes se señalan las siguientes: la desintegración familiar, el cambio de roles en la maternidad/paternidad, la actividad laboral desequilibrada, la ausencia de la figura paterna o materna del domicilio familiar.

Es necesario centrar la atención en las consecuencias psicoafectivas de aquellos niños que sufren un “padre ausente”. Fenómeno que ha recibido varios nombres sindromáticos, siendo el más difundido el de “hijos apátridas”, pero que en todos los casos comparten muchas características. En la mayoría de ellos se trata de niños con cierta inmadurez afectiva, inseguridad o infantilismo, debido a que es el padre quien contribuye al moldeamiento autoconstitutivo de la afectividad.

También serán personas que tendrán un desconocimiento cognitivo y afectivo sobre sí mismos, afectando esto su autopercepción y conocimiento, que va en detrimento de su proyecto biográfico: si no sé quién soy, tampoco sabré que cualidades tengo para “ser” para los demás. Serán personas que les cuesten las relaciones interpersonales en profundidad, basadas en el afecto o amor, puesto que es el padre quien por medio de la afirmación afectiva capacita al hijo para amar, ocasionando personas poco comprometidas con los otros. Tendrán mayor propensión a transgredir las leyes, a las adicciones y a la violencia, pues es el padre quien asiste a su hijo en el autocontrol.

Estas son algunas de las razones por las que necesitamos, entre otras cosas, leyes que fomenten la acción paterna en el hogar, que permitan pasar tiempo con sus hijos, pero sobre todo necesitamos trabajar en la toma de conciencia de todo lo que aportamos al mundo siendo buenos padres, pues teniendo padres presentes tendremos sociedades justas, sin violencia, con relaciones interpersonales sanas, y, sobre todo, tendremos niños y padres felices.

Director de la Licenciatura en Ciencias para la Familia de la Universidad Austral

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-padre-y-sus-aportes-invisibles-nid17062023/

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