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El síntoma desbocado de antiguos males

En algún momento, la gota rebalsa el vaso. Y si persiste, lo que se empieza a derramar no es solo la gota, sino el agua toda. Al representar un peronismo extremo, al haber llevado los vicios hist...

En algún momento, la gota rebalsa el vaso. Y si persiste, lo que se empieza a derramar no es solo la gota, sino el agua toda. Al representar un peronismo extremo, al haber llevado los vicios históricos del partido a límites impensados, el kirchnerismo activó una saludable reacción de la Justicia que alcanza ahora a todos los compañeros. Y no solo por los pecados del presente, sino también por los que vienen de lejos y habían sido naturalizados por esa inclinación que tenemos a volver costumbre lo inadmisible. Esos pecados contra la república no son exclusividad de los herederos de Perón, claro. Pero sí son su especialidad, y su vigencia tolerada en el tiempo configuró el terreno fértil que el kircherismo aprovechó para desplegar su plan de saqueo y poder eterno, con los resultados a la vista. El kirchnerismo es el síntoma desbocado de males de fondo que llevan décadas. Nuestra suerte depende de comprender esto. Si no hacemos nada por enfrentar y corregir esos males, la historia se repetirá.

Los fallos recientes de la Corte Suprema que señalan esos desarreglos causan sorpresa porque apuntan a trampas que en su mayoría eran aceptadas. Sin embargo, con estas decisiones los jueces supremos no hacen más que aplicar la Constitución sobre actos del presente que se apartan de ella y la contradicen. Es lo que deben hacer. Que esos actos que desprecian la ley hayan sido tolerados durante mucho tiempo no es razón para seguir convalidándolos. Al contrario. Ese dato, más bien, habla de una Justicia que hoy parece consciente del rol que la Constitución le confiere en la preservación del equilibrio de poderes y la salud de la democracia.

La sentencia que el jueves inhabilitó a Sergio Uñac, gobernador de San Juan, a presentarse como candidato va en este sentido. Se suma al precedente de Río Negro, donde la Corte impidió en 2019 la reelección de Alberto Weretilneck, cuyo caso los jueces homologaron al de Gerardo Zamora, que en 2013 tampoco pudo ir por la re-reelección en Santiago del Estero. Lo interesante de este nuevo fallo son los argumentos. Apuntan al corazón del problema. “La historia política de la Argentina es trágicamente pródiga en experimentos institucionales que, con menor o mayor envergadura y éxito, intentaron forzar, en algunos casos hasta hacerlos desaparecer, los principios republicanos que establece nuestra Constitución”, dijeron los jueces. La alusión a la historia es clave. Se trata de vicios enquistados que es preciso erradicar con la autoridad de la ley.

Despojada de sus derechos cívicos, sometida a través del miedo y el clientelismo, la gente en los feudos provinciales queda reducida a la condición de rehén

En su voto, Carlos Rosenkrantz dijo que lo de Uñac podía derivar en una reelección indefinida, con el riesgo de que “el gobierno se asemeje más a una autocracia que a una democracia”. Habilitar que alguien se desempeñe durante dieciséis años seguidos al frente de una provincia, señaló, supone un costo intolerable para los valores republicanos. Eso es lo que sumaría Uñac de ser elegido. Gildo Insfrán lleva 28 años gobernando Formosa. La Corte juzgará ahora su caso.

La contundencia con la que se expresó la Corte debería preocupar a los muchos gobernadores vitalicios que han hecho de sus provincias feudos pobres sostenidos con el dinero de la coparticipación. No solo han colonizado el Poder Judicial y los organismos de control capaces de poner freno a su discrecionalidad, sino que también amedrentan con su capacidad de daño a la población. Despojada de sus derechos cívicos, sometida a través del miedo y el más cerrado clientelismo, la gente queda reducida a la condición de rehén. Otro ejemplo de esto es Santa Cruz, modelo que el kichnerismo intentó llevar al país. Pero también hay muchos intendentes, y no solo del peronismo, que han logrado aferrarse al poder y obturan toda posibilidad de alternancia.

Buena parte del futuro de la Argentina pasa por la Justicia en estos días. La contracara del fallo de la Corte Suprema es el pedido del fiscal Guillermo Marijuan de sobreseer a Cristina Kirchner en la causa de la ruta del dinero K, en la que Lázaro Báez ya está condenado por haber lavado 65 millones de dólares. El mismo fiscal que listó centenas de propiedades y autos de alta gama de Báez y hasta viajó al sur en busca de tambores llenos de dólares enterrados en el áspero suelo patagónico, el mismo que imputó a la vicepresidenta bajo la sospecha de que ese dinero era suyo, ahora pega un salto mortal y tira por la borda diez años de trabajo. Acaso la pirueta replica, como dicen muchos, el mismo giro de 180 grados que ha pegado aquel amigo suyo que iba a acabar con la corrupción kirchnerista y ahora busca fondos en China para seguir con la fiesta. La de él, por supuesto.

Más de 370 llamados entre Báez y Cristina no alcanzaron. Tampoco los 75 indicios de que el exempleado bancario era testaferro de los Kirchner aportados por la UIF. Hasta Báez reconoció que todo ese dinero no era suyo y que él era un simple administrador. Marijuan dijo que no pudo probarlo. Debió haber leído mejor el alegato del fiscal Diego Luciani. Vialidad, la ruta del dinero y los hoteles forman parte de la misma trama. Pero quien elige quedarse con el árbol, cierra los ojos al bosque.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-sintoma-desbocado-de-antiguos-males-nid03062023/

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