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El triste final de don Lisandro, el criancero que fue cruzado en un carro por el río Catan Lil.

Su cuadro de salud empeoró notablemente en las últimas horas y pasado el mediodía del jueves su hijo Lautaro confirmó la triste noticia.

Duele en el alma decir que no hubo final feliz. Que una cadena de factores se unió para que así sucediera. Antes de confirmarse el lamentable fallecimiento de don Lisandro Silva (de 50 años) en el hospital de la ciudad de Zapala.

Así debe y deberá ser recordado su hijo Lautaro, que con apenas 18 años tuvo la hombría, el coraje y la valentía de tomar decisiones extremas en momentos en que la empatía de otros se había alejado notoriamente. Pidió auxilio de manera desesperada para rescatar a su padre y trasladarlo a algún hospital para que le dieran asistencia médica. Tanto Zapala como Las Coloradas le dijeron que eran jurisdicciones de uno y de otros y que no se podían hacer cargo. Con esa negativa en su mente, con la ayuda de vecinos solidarios, tomó la determinación de agarrar el carro que usaban habitualmente para acarrear la leña y la adaptó como una “ambulancia” y con eso cruzó a su padre a la otra de orilla de su campo de invernada en medio de las bravías aguas del río Catan Lil.

La camioneta de un vecino completó el triste recorrido hasta la ruta 46, en el Cajón del Chachil. Allí, Lautaro aseguró que su padre hizo un trasbordo a una ambulancia del hospital de Zapala. Que en ese lugar dejó sus caballos encargados y que viajó acompañando a su padre en busca de un milagro. Dijo que en ningún momento se subieron ni se trasladaron hasta el hospital en el Helicóptero de la provincia, como se había anunciado. “Llegamos al hospital en ambulancia y yo viajé junto a mi padre. Todo el traslado fue por tierra”, contó el joven.

El joven afuera del hospital de Zapala.

El joven afuera del hospital de Zapala.

En la mañana ya habían confirmado su estado irreversible

Lautaro en su diálogo con este diario había contado que la enfermedad de base de su padre era una diabetes y que durante el año pasado había sufrido la amputación de dos dedos de cada uno de sus pies. “El año pasado, después de la amputación de sus dedos, anduvo un tiempo en silla de ruedas, pero había salido adelante y logró caminar así y andaba a caballo y todo”, contó con orgullo el joven.

Al preguntarle cuando comenzó a empeorar su situación, el valiente hijo respondió que “unos cinco días antes que lo sacara en el carro, a él ya se lo notaba mal y entonces decidí buscar la forma de pedir ayuda y que se volviera a mejorar. No lo quería perder a mi padre”. A continuación, envuelto en lágrimas, dijo que “estoy orgulloso de mi papá por todo lo que hizo por mí y por todo lo que me dio”.

Sin embargo, en la mañana de hoy ya el parte médico no era muy alentador. Su estado era irreversible. Al respecto, Lautaro mencionó que “ayer (miércoles) como a las 15 le habían puesto una mascarilla de oxígeno y como que ya no respondía mucho el corazón. Ya hoy, como a las 9 lo durmieron y me dijeron que ya no sabían cuanto más podía resistir. Ya lamentablemente no hay otra vuelta”, dijo quebrado por dolor.

En ese momento su tío Felizario comentó que “Lisandro era el menor de los hermanos varones y de otras tres hermanas. Yo lo recuerdo siempre como una persona alegre, le gustaba tocar la guitarra y cantar. Era de hacer muy buenos asados siempre”. Luego contó: “Nosotros nacimos y nos criamos en Las Cortaderas. Después nos fuimos a Los Molles y por cuestiones de trabajo nos comenzamos a separar todos y él quedó solo. Al formar pareja tuvo a Lautaro”.

Sobre el joven, sostuvo que “este sobrino mío es un ejemplo para la sociedad por todo lo que hizo y es un verdadero orgullo para toda su familia”.

Un cuadro clínico complicado

Según pudo relevar este medio, la enfermedad de base (Diabetes) de don Lisandro era de por sí complicada, a lo que se sumó un poco la desatención y la lejanía para padecer una enfermedad de estas características. Según fuentes hospitalarias consultadas, tenía una infección generalizada a partir de una gangrena en ambos pies. Su diagnóstico desde el minuto cero era bastante complicado y lamentablemente cerca de las 14 de este jueves se comunicó su fallecimiento.

Detrás dejó un extenso legado en su campo del Cajón de Chachil y sobre todo le dejó al mundo un hijo como Lautaro que demostró tremendos valores que fueron acunados junto a él y junto a sus maestros de las escuelas 83 de Chacaico Sur y de la 122 de Bajada de los Molles donde completó sus estudios primarios.

Seguramente en la memoria de este noble hijo quedarán para siempre en su alma y en su corazón las tristes imágenes de ver a su padre tirado en un carro, después alzado en andas y finalmente en la caja de una camioneta, envuelto en unas pilchas con la esperanza de que iba a salvar su vida una vez más. No fue así por cosas de Dios y del destino. Sin embargo, a nadie le quedan dudas que Lautaro acompañó a su padre hasta el último suspiro. Un verdadero ejemplo en estos tiempos.

Fuente: LM NQN

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