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Encontró el producto que faltaba y hoy exporta a Estados Unidos

Todo empezó con una barrita de arroz bañada en chocolate o, mejor dicho, con la idea de hacerla. Así cuenta Juan Pablo Ferreti el inicio de Crowie, su emprendimiento de snacks y barritas libres ...

Todo empezó con una barrita de arroz bañada en chocolate o, mejor dicho, con la idea de hacerla. Así cuenta Juan Pablo Ferreti el inicio de Crowie, su emprendimiento de snacks y barritas libres de gluten y a base de arroz, plantas o cereales, además de mix de frutos secos.

Ferreti estudió para ser contador público y tuvo su primer trabajo en una empresa constructora de Rosario, Santa Fe, de donde son oriundos él y su marca. Si bien le gustaba, siempre supo que quería emprender, pero cada vez que decidía irse le preguntaban si tenía una opción mejor. Hasta que, en 2015, luego de cuatro años, tomó la decisión de poner en práctica Crowie, un proyecto que se venía gestando y que, finalmente, lanzó en 2016. “Al ecosistema emprendedor se lo lleva en la sangre: siempre pica el bicho y siempre quiere uno estar del lado del no confort, sobre todo al principio”, opina.

Antes de crear su emprendimiento, Ferreti pensó en diversas posibilidades, incluyendo la de fabricar juguetes de madera o de plástico para colocarlos en un shopping o un bazar boutique. Hasta que llegó a la idea de Crowie, le contó el proyecto a su jefe, Pablo Scarafia, que hoy es su amigo, y este decidió ser “inversor ángel”, aquel que pone la plata por gusto y confianza en el negocio, como un fondeo. A cambio, Scarafia obtuvo una participación accionaria en el negocio.

La inversión inicial fue de US$200.000, que juntaron los dos, Ferreti y Scarafia. Crearon la sociedad anónima, Establecimiento Fin del Mundo S.A. Después, importaron una máquina de cocción de Corea del Sur, y enseguida llevaron a la práctica la idea original. Para subsistir, reinvirtieron siempre el 100% de la utilidad.

“No tenía idea del rubro, no sé cocinar, no me gusta. Me gusta comer, me encanta. Creo que en ese momento estaba muy en auge toda la comida con base de arroz, desde golosinas hasta tostadas. El líder era el alfajor, y nosotros quisimos crear una alternativa —explica Ferreti—. Los dos productos más consumidos en la Argentina son las barras de cereales y los alfajores. El alfajor de arroz existía, pero la barra de arroz, no”.

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El emprendedor observó que en ese producto había una posibilidad de ventas. Las pensó con una vuelta de tuerca: bañarlas en chocolate y transformarlas en una “golosina liviana”. Las empaquetaron con colores estridentes y llamativos para diferenciarse y llamar la atención de los compradores en los kioscos. “En un punto de venta era todo muy lineal, una foto producto, los códigos de colores de las marcas muy similares. Nosotros fuimos para otro lado, con colores que no se utilizaban en la industria: amarillo, rosa, cian. Si no conocen tu marca es difícil que te compren. Fue un poco un llamador”, detalla. Hoy, además de chocolate, pueden encontrarse con sabor a frutilla, coco, marroc y limón.

De boca en boca

Primero alquilaron una vieja panadería en desuso en Rosario. “Se caía abajo, era muy chiquita”, comenta Ferreti. Cuando solicitaron las habilitaciones, les avisaron que las paredes, entonces onduladas, tenían que ser lisas, para que no se acumulara la mugre. Era un jueves, y el emprendedor quería empezar su negocio lo antes posible. Le pidieron al inspector una oportunidad, y se la dieron: tenía el fin de semana para encontrar una solución. “Con un amigo compramos yeso, hicimos un desastre, pero quedó lisa, aunque estéticamente horrible. El lunes vino el inspector y nos habilitó. Creo que, más que nada, porque pudimos hacerlo”, recuerda.

Ahí colocaron aquella primera máquina. Contrataron a dos jóvenes como operarios y arrancaron con el proyecto. Pero las ganas de producir rápido fueron más fuertes, y la máquina que derretía el chocolate en una especie de baño maría tardaba mucho en ese proceso. Ferreti pidió que le subieran la temperatura: de los 40° a los que se usaba, pasaron a 80°. El chocolate se derretía, pero las barritas tenían gusto a quemado, a pesar de que, visualmente, todo parecía estar en orden. “Después nos enteramos, a través del fabricante que vendía el chocolate, de que este se quema, aunque no se ve, si lo pasás de 40°. Nos fuimos perfeccionando, mandamos a uno de los chicos a hacer un curso de chocolatería para que no nos pase más esto y saber cómo manipular las materias primas”, relata.

Envasaban unas 100 o 200 unidades, tocaban las puertas de los locales alcanzándoles su producto, y, en menos de un semestre, lograron colocarlo en distribuidores. Se presentaron en una feria en Buenos Aires para hacerse visibles, y Crowie empezó a pasar de boca en boca. Llegaron a los supermercados y, finalmente, conocieron BEES, una plataforma B2B de la Cervecería y Maltería Quilmes, que funciona como un marketplace: a través de esta, los diferentes puntos de venta —kioscos, almacenes, restaurantes— pueden realizar pedidos a partir de un catálogo de productos en donde figuran varias empresas, como la de Ferreti, que ingresó a fines de 2022 y hoy forma parte de la red de distribución de Quilmes. La curva de crecimiento fue ascendente: a partir febrero las ventas subieron un 30% en unidades.

Crecimiento y proyectos

Después de un año en la panadería, el emprendedor logró mudarse a un galpón de 600 m2. Ahí se quedaron por tres años, hasta que el crecimiento lo llevó a buscar un nuevo lugar. Luego se asentaron en una planta industrial de 3000 m2, en donde se encuentran actualmente, con dos salas de elaboración, un depósito y oficinas. Siempre alquilaron, pero Ferreti sabe que el próximo paso será construir su propia fábrica en un parque industrial.

“Los emprendedores somos optimistas por naturaleza, no importa qué pase o quién venga. El país está lleno de oportunidades. Y ahora es más fácil emprender que antes, por todas estas herramientas, es más fácil llegar a empresas grandes, hay más visibilidad en las redes”, sostiene el emprendedor.

Crowie logró expandirse por todo el país e, incluso, exportar a Chile, Uruguay, Paraguay y Estados Unidos. A pesar del optimismo, la situación económica del país no puede dejarse de lado, y las complicaciones para importar y exportar los tocaron de cerca. Ferreti cuenta que uno de los problemas es la falta de competitividad en el mercado externo. Pero, dado que no fue fácil lograr los clientes afuera, ya que estos pueden cambiar de proveedor, con tal de mantenerlos el emprendedor prefiere perder o ganar lo menos posible: “Ya se va a pasar esto, es una cuestión coyuntural —considera—. Si hay que aguantar el aire abajo del agua, hay que aguantar. No podemos abandonar porque no da la rentabilidad que esperamos. Cuesta mucho hacerlo y entendemos que el camino es por la exportación”.

Por otro lado, las trabas a las importaciones también perjudican el negocio, sobre todo a causa de la falta de insumos y del aumento de los precios de los que se consiguen. “Es momento de ponerle el pecho. Estamos aprovechando para acelerar los proyectos para el año que viene”, agrega.

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Ese proyecto es una marca nueva con la que van a producir galletitas, también libres de gluten, 100% a base de plantas y sin excesos nutricionales. “Es un proyecto súper desafiante. Ya importamos la maquinaria hace un tiempo. Ojalá podamos sacarlo para marzo o abril de 2024. Queremos ofrecer una alternativa que hoy no hay acá”, explica, y añade que, por el momento, prefiere no revelar el nombre.

Esta línea se sumaría a un producto que lanzaron hace dos meses: Green Crops, snacks horneados, a base de harina de legumbres, porotos y arvejas, y saborizados con especias como mostaza y paprika.

Además de la ampliación en productos y en el tamaño de la fábrica, el crecimiento también se evidencia en las ganancias. Crowie hoy apunta a cerrar el año con una facturación de US$2,5 millones, aunque, por la incertidumbre política y económica, Ferreti solo puede cruzar los dedos: “Si lo logramos o no, te cuento en enero. Hoy estamos en un juego de números: los insumos se fueron a un dólar paralelo. Si subo, no vendo; si no subo, achico rentabilidad. Hay que surfear la ola”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/encontro-el-producto-que-faltaba-y-hoy-exporta-a-estados-unidos-nid07122023/

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