Generales Escuchar artículo

Guerra en Medio Oriente: ¿se abre una nueva oportunidad para la “solución de los dos Estados”, que parecía descartada?

NUEVA YORK.- “Hay que tener una visión para el día después”, dijo el presidente Joe Biden la semana pasada en relación con la ...

NUEVA YORK.- “Hay que tener una visión para el día después”, dijo el presidente Joe Biden la semana pasada en relación con la guerra entre Israel y Hamas. “Y en nuestra opinión, tiene que ser la solución de los dos Estados”, sentenció. Por su parte, el primer ministro británico, Rishi Sunak, dijo que el camino más seguro hacia la paz es esa solución, un sentimiento del que también se hizo eco el presidente francés, Emmanuel Macron.

A primera vista, esas palabras parecen tener olor a naftalina: como remedio para el peor derramamiento de sangre israelí y palestina en muchos años, invocar la ajada reliquia de un proceso de paz que ambos bandos consideraban muerto y enterrado en algún momento del final del gobierno de Barack Obama.

Y, sin embargo, la solución de dos Estados -israelíes y palestinos viviendo como vecinos en sus propios países soberanos- está encontrando nuevos oídos, no solo en los círculos diplomáticos de Washington, Londres o París, sino también, y más sigilosamente, entre los propios combatientes. En parte, eso refleja la inviabilidad de cualquier otra alternativa.

“No podemos volver a ese esquema de un enfrentamiento violento entre Hamas e Israel cada dos o tres años”, dice Gilead Sher, que ayudó a liderar las conversaciones de Israel con los palestinos a fines de la década de 1990 y principios de 2000, cuando ambos bandos estuvieron más cerca de sellar un acuerdo de dos Estados.

“Si Estados Unidos hace lo que Biden se comprometió a hacer, todavía hay chances”, agrega Sher. “Se abre la posibilidad de una negociación que marque los pasos del proceso hacia dos Estados independientes”.

Ese esfuerzo diplomático tendría que sortear grandes obstáculos, por no hablar de la proliferación de asentamientos judíos en Cisjordania, que según los palestinos ha socavado su sueño de crear un Estado viable en esas tierras. Para colmo, el auge de los ultranacionalistas en Israel termina de complicar todo: se oponen terminantemente a la existencia de un Estado palestino, quieren anexarse Cisjordania, y saben que desalojar a los colonos es dinamita política.

Sher hace una serie de advertencias sobre la forma en que deberían darse las conversaciones entre israelíes y palestinos: las dos partes tendrían que comenzar modestamente, con un proceso político centrado en el retiro de fuerzas, y no con una negociación de alto riesgo sobre el detalle de cómo deberían ser los dos Estados. Y ambos bandos necesitarían nuevos líderes, dice Sher, ya que los existentes han demostrado no estar dispuestos o ser incapaces de llegar a un acuerdo. Y sobre todo, agrega, habría que derrotar a Hamas y desmilitarizar la Franja de Gaza.

Los funcionarios israelíes dicen que ahora están concentrados en la batalla contra Hamas, que podría durar meses, y que cualquier discusión sobre un futuro proceso de paz tendrá que esperar hasta que las armas se callen. Pero en los think tanks y en los pasillos del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí ya empezó la discusión sobre cómo sería el proceso político “del día después”.

Para la población palestina, que en la Franja de Gaza sufre el bombardeo y el bloqueo de Israel y en Cisjordania enfrenta crecientes tensiones, la perspectiva de convertirse en un Estado resulta aún más descabellada. Pero algunos palestinos argumentan que el impacto del ataque perpetrado por Hamas el 7 de octubre despabiló a los israelíes de su ilusión de poder manejar su conflicto con los palestinos sin tomar en cuenta su aspiración más profunda: convertirse en nación.

“Horizonte político”

“Lo ocurrido el 7 de octubre debería empujarnos a ser más creativos e innovadores respecto de la solución de los dos Estados”, señala Nidal Foqaha, director general de la Coalición Palestina por la Paz, una agrupación sin fines de lucro con sede en Ramallah, Cisjordania. “Sin un horizonte político, es una misión imposible”.

La mecánica que tendría ese proceso sigue siendo una incógnita. La semana pasada, la Unión Europea (UE) convocó a una conferencia de paz internacional, una idea impulsada por España, que en 1991 celebró en Madrid una histórica cumbre de paz en Medio Oriente. Las naciones árabes también podrían convocar a negociaciones de paz, aunque el intento que ya hizo Egipto la semana pasada, mientras los israelíes se preparaban para la invasión, no dio demasiados resultados.

Todo indica que Estados Unidos tendría que asumir un papel central en cualquier eventual conversación entre israelíes y palestinos, algo que no ocurre desde 2012 y 2013, durante el gobierno de Obama, cuando el entonces secretario de Estado, John Kerry, iba y venía entre ambos bandos hasta que se dio por vencido. Era una empresa que ya entonces algunos asesores del presidente Obama consideraban quimérica.

Bajo la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos desvió su energía: pasó de intentar resolver la cuestión palestina a tratar de normalizar las relaciones de Israel con sus vecinos árabes. Esa estrategia le venía como anillo al dedo al primer ministro Benjamin Netanyahu, cuya coalición con socios de derecha rechazaba abiertamente la idea de un Estado palestino.

De hecho, el propio Netanyahu osciló entre decir que estaba dispuesto a considerar una nación palestina con poderes de seguridad limitados y oponerse tajantemente a ella.

“Una de los mayores problemas que tiene la frase ‘solución de los dos Estados’ es que nada dice de las amenazas muy concretas que Israel enfrenta actualmente, y que probablemente seguirán existiendo dentro de ciertos segmentos de la sociedad palestina y en otros lugares”, apunta Jason D. Greenblatt, que fue enviado especial de Trump a la región.

Greenblatt señala que el gobierno de Trump abordó el camino hacia la paz priorizando la seguridad de Israel. Los Acuerdos de Abraham, como se conoce al acuerdo de normalización de las relaciones de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin mediado por Trump en 2020, impidieron que Israel se anexara el 30% de Cisjordania, pero en la práctica dejaron de lado el objetivo de un Estado palestino.

A pesar de su lealtad al sueño de los dos Estados, en gran medida el gobierno de Biden siguió con la política de Trump. De hecho, venía tratando de negociar un acuerdo que normalizara las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, un premio aún mayor para Israel que los emiratos pérsicos, dado el estatus de Arabia Saudita como vanguardia del mundo árabe.

La guerra entre Israel y Hamas dejó en suspenso esas conversaciones, pero si Israel pudiera reanimarlas, la solución de dos Estados podría estar también sobre la mesa. Los saudíes ya le han dicho al secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, que cualquier acuerdo de normalización de relaciones con Israel debe incluir los pasos a seguir para la creación de un Estado palestino.

También es probable que los países árabes presionen para que se aborde la cuestión palestina como condición para involucrarse en la estabilización y reconstrucción de la Gaza de posguerra. Volver a poner sobre la mesa la posibilidad de un Estado palestino dejaría tranquilos a Egipto y Jordania, que están alarmados por la perspectiva de tener que recibir a millones de refugiados gazatíes.

“En la discusión sobre los dos Estados habrá dos argumentos contrapuestos”, dice Dennis B. Ross, negociador de paz de los gobiernos de Clinton y Obama. “Por un lado, Hamas acaba de demostrar que es demasiado peligroso tener un Estado palestino tan cerca, porque podría quedar dominado por agrupaciones como Hamas. El contrargumento será que una vez derrotado Hamas, no podemos congelar indefinidamente la situación con los palestinos en nuestros propios términos”.

Mark Landler

The New York Times

Traducción de Jaime Arrambide

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/guerra-en-medio-oriente-se-abre-una-nueva-oportunidad-para-la-solucion-de-los-dos-estados-que-nid01112023/

Comentarios
Volver arriba