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Hacer campaña con recursos ajenos

Dicen en el peronismo que la campaña electoral empieza oficialmente mañana, con la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner. Es el modo en que Massa eligió lanzar su candidatura. No llama ta...

Dicen en el peronismo que la campaña electoral empieza oficialmente mañana, con la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner. Es el modo en que Massa eligió lanzar su candidatura. No llama tanto la atención porque mezclar intereses partidarios y actos de gobierno es ya una costumbre argentina. En el oficialismo hay quienes incluso exigen que inviten a Grabois, el otro contrincante en la interna.

Lo que arranca en Salliqueló es también la dialéctica entre el candidato y el ministro, uno de los rasgos distintivos del recorrido que deberá hacer Massa hasta el 13 de agosto. O hasta octubre, en realidad, porque el líder del Frente Renovador ya adelantó en la coalición sus intenciones de seguir en el cargo incluso después de las primarias. Su idea de quedarse parte de la fragilidad del momento económico: cree que cualquier eventual sucesor podría provocar una corrida solo con decir una palabra fuera de lugar.

Habrá que habituarse entonces al proselitismo administrativo. Ayer, en San Fernando, el ministro de Economía fue el orador principal de un acto por la ampliación de una planta de tratamiento de AySA, la empresa que preside Malena Galmarini. “Gracias, Male”, le agradeció cuando su mujer le cedió la palabra. A su derecha tenían a Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas y responsable institucional del área. Doble carambola de campaña, por la presidencia y la intendencia de Tigre.

Massa es así. Puede partidizar lo que incumbe al Estado o hasta privatizarlo si la ocasión lo requiere, como cuando viaja por trabajo en aeronaves de empresarios amigos. Nada que el kirchnerismo no haya hecho jamás. El martes, en la Comisión Bicameral de Energía, durante la presentación del régimen de promoción del gas natural licuado, en lugar de la secretaria del área, Flavia Royon, expusieron en el recinto el presidente y el CEO de YPF, Pablo González y Pablo Giuliano, respectivamente. Ambos eran la cara del Gobierno, que no hablaba en ese momento a través del regulador, sino de una de las petroleras que recibirán los beneficios tributarios. La otra es la malaya Petronas, socia en el proyecto. Pamela Verasay, diputada de la UCR, dijo que era la primera vez que se encontraba con algo así. “Disculpen, pero no voy a preguntarle a YPF sobre el articulado porque eso es materia del Poder Ejecutivo, no del sector privado”, se quejó la mendocina, y pidió que en todo caso se le cambiara el nombre al proyecto porque parecía hecho a medida de ambas compañías.

Es probable que nada de esto sorprenda a Cristina Kirchner, que tomó la decisión de ungir a Massa con conocimiento cabal del protagonista. Fue la condición que tuvo que aceptar con tal de tener un candidato competitivo. Según las encuestas del Instituto Patria, De Pedro tenía semanas antes de ser candidato 6 puntos de intención de voto y llegó en la última a 12, un nivel insuficiente para aspirar a nada. Agosto está demasiado cerca y habría necesitado más tiempo para instalarse. Cristina Kirchner se lo dijo expresamente a Massa la semana pasada, en el momento en que ambos negociaban la candidatura, y le agregó solamente una condición: bajaría al postulante camporista, pero a cambio de que el ministro de Economía hiciera lo mismo con los del Frente Renovador que pretendían lugares en las listas, que serían integradas por dirigentes leales a ella. “Solo hay lugar para vos”, dicen que le dijo, aunque aceptó también un pedido: que le permitiera a Malena Galmarini competir por la intendencia de Tigre. Es todo lo que necesitaba Massa.

El líder del Frente Renovador obtuvo el aval convenciéndola de dos supuestos: que el plan económico peligraba si el encargado de negociar con el Fondo Monetario Internacional perdía poder dentro del Gobierno, y que él era capaz de ganarle en segunda vuelta a Patricia Bullrich, a quien considera segura triunfadora en la interna frente a Rodríguez Larreta. La mayor parte del peronismo está haciendo una evaluación parecida, y eso le ha devuelto al movimiento el optimismo después de mucho tiempo. Creen que, esta vez sí, el elegido tiene un mayor relieve y posibilidades, y más si prolifera el desgaste de las peleas dentro de la oposición.

Sin embargo, el modo en que terminó la negociación no dejó a todos conformes. Respaldar o no a Massa es todavía un dilema para los más ideologizados del kirchnerismo, resignados ahora no solo a carecer de un referente propio en la fórmula sino, en algunos casos, afectados por las fricciones de la última etapa antes del cierre de candidaturas. Andrés Larroque, por ejemplo, o varios de sus colaboradores del frente “La Patria es el otro”, como Adrián Grana o Lauro Grande, que quedaron afuera de las listas sin que se diera al respecto explicaciones públicas. Son los que, jugados desde el principio a una postulación de Cristina Kirchner, apuntalaron después a Kicillof en su proyecto de reelección, contra lo que pretendía Máximo, que el gobernador compitiera para la Casa Rosada. La amnistía futura estará seguramente sujeta al resultado en las urnas o, en todo caso, al plazo que Cristina Kirchner considera mínimo para perdonar, de unos seis meses.

El futuro de Massa depende en cambio de factores más urgentes. El ministro debe, por lo pronto, obtener algún alivio para las reservas en las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional. El nuevo entendimiento viene hasta ahora con retraso. El staff técnico del organismo no ha podido hasta ahora acordar, por ejemplo, ni en la magnitud ni en el momento en que el Banco Central podrá intervenir con dólares para contener una eventual corrida cambiaria. El FMI hizo saber que el país más reticente es Japón, cuyos funcionarios aceptan el argumento argentino de la sequía, pero insisten en que el país parece a veces tener una pulsión hacia el default. Una palabra inquietante que, dada la fractura ideológica interna, algunos integrantes de Unión por la Patria tampoco terminan de descartar. ¿Y si es una buena alternativa?, proponen, con el argumento de que Egipto incumplió y de que la Argentina podría reemplazar al prestamista por China. ¿Fantasías militantes o fuego amigo para el candidato? No queda claro. En el Instituto Patria afirman que la vicepresidenta seguirá cuestionando públicamente al organismo.

La candidatura de Grabois parte de estas diferencias. Y es al mismo tiempo síntoma de que difícilmente se resuelvan. Que le hayan permitido mantenerla incomoda a Massa, pero también deja dudas dentro del kirchnerismo, donde interpretan la jugada del líder de la UTEP como una aventura necesaria, pero de doble filo: si saca muchos votos podría debilitar al propio Massa, y si obtiene pocos, la débil podría terminar siendo en ese caso Cristina Kirchner. Todo asoma más incierto que nunca porque la crisis es grave; el hartazgo de la sociedad, evidente, y el candidato, inasible. Cuando en el Instituto Patria le recuerdan que no le tienen plena confianza por sus antecedentes, Massa contesta que hay una etapa que pasó y que, en todo caso, era necesario atravesar para ubicarlo a donde acaba de llegar. Militará entonces su proyecto sin fervor partidario, pero con lo que por fin tiene a la mano y más le aporta: los recursos del aparato estatal.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/hacer-campana-con-recursos-ajenos-nid08072023/

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