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Hasta el 85%. Hay un nuevo mantra: “Esforzate, pero no tanto”

NUEVA YORK.– Justo a tiempo para la vuelta a clase, la oficina –o el gimnasio– The Wall Street Journal publicó un artículo polémico para la sociedad más ambiciosa del mundo: “Esfuérzat...

NUEVA YORK.– Justo a tiempo para la vuelta a clase, la oficina –o el gimnasio– The Wall Street Journal publicó un artículo polémico para la sociedad más ambiciosa del mundo: “Esfuérzate, pero no tanto. El 85% es el número mágico de la productividad”.

Viviendo en la Gran Manzana uno escucha regularmente que, en todo, hay que dar el “cien por ciento” de uno mismo. Se les enseña a los chicos que, más allá del resultado obtenido, lo importante es haber dejado todo en la cancha, en el examen. El consuelo para la heroína en toda rom-com cuando fracasa una relación es que, al menos, puede estar tranquila sabiendo que invirtió un “cien por ciento” de ella en tratar de hacerla funcionar.

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Pero lo que sostiene el matutino es que se pueden conseguir mejores resultados si uno no se dedica tanto a conseguirlos. Cita, por ejemplo, investigaciones sobre cómo “intentar correr a máxima velocidad en realidad conducirá a tiempos de carrera más lentos”, o que “levantar pesas hasta que ya no se pueda más no generará más ganancia muscular que detenerse un poco antes”.

“El truco, ya sea en el ejercicio o en cualquier otra cosa, es intentar alcanzar el 85% del objetivo. Aspirar a la perfección a menudo nos hace sentir muy mal y resulta contraproducente”, concluye.

No se habló de otra cosa esta semana. “Es prueba de que nos estamos volviendo una sociedad mediocre”; “realmente no quisiera que mi neurocirujano ponga un 85 por ciento de su empeño al abrir mi cabeza”, fueron algunas de las opiniones repetidas.

Otros, en cambio, recordaron que “lo mejor es enemigo de lo bueno”, lo cual es crecientemente difícil con los medios sociales recordando cómo hay gente que es más exitosa que uno en cada aspecto de la vida.

Esto último es particularmente cierto, y peligroso, para los jóvenes. Un estudio encontró que los niveles promedio de perfeccionismo social (definido como la sensación de que hay que mostrarle al mundo que se es ideal) no ha parado de aumentar desde los ‘80. Uno de sus autores es Thomas Curran, profesor de la London School of Economics, cuya Ted Talk “Nuestra peligrosa obsesión por el perfeccionismo está empeorando” tiene más de 3 millones de visitas. Fue irresistible escribir para consultarlo.

“Dudaría en ponerle un número a la productividad, tan difícil de medir”, dijo Curran, autor del flamante The Perfection Trap. “Mi mantra es simplemente hacer lo mejor que puedas y aceptar que lo suficientemente bueno es lo suficientemente bueno. Nada ni nadie es perfecto y saberlo nos ayuda a afrontar los contratiempos de maneras mucho más saludables”.

Una nota sobre Curran en The Guardian menciona un meta estudio que no pudo encontrar un vínculo entre perfeccionismo y performance. Según Curran, seguimos celebrando al perfeccionismo básicamente porque sólo escuchamos las historias de los perfeccionistas que triunfaron. Es el llamado “sesgo de sobreviviente”, pero eso es una falacia lógica.

Nada ni nadie es perfecto y saberlo nos ayuda a afrontar los contratiempos de maneras mucho más saludables

¿Y qué hay de la práctica intensa para lograr cualquier objetivo, tema que ya se abordó en este espacio? Una vieja broma del ambiente artístico captura el ethos de la ciudad. Cuando un turista pregunta “¿Cómo se llega a Carnegie Hall?”, buscando indicaciones geográficas, la respuesta histórica hace referencia, en cambio, a cómo se logra ser lo suficientemente bueno como para acceder a tan prestigioso escenario: “Con práctica, práctica, práctica”.

Desde el otro lado del Atlántico, Curran dice que eso “es en gran medida una tontería, existen todo tipo de cosas que no podemos controlar tan o más importantes para el éxito que el esfuerzo”. Hay versiones de que el mismísimo Arthur Rubinstein fue el primero que dio la respuesta de la práctica, pero para Curran hay una sola verdad: que el objetivo de cualquier “intervención” que valga la pena debería ser descubrir nuestro potencial y hacer con él lo más útil para nosotros, y a la vez también para la sociedad.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/hasta-el-85-hay-un-nuevo-mantra-esforzate-pero-no-tanto-nid17092023/

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