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La historia oscura del príncipe de Saboya: el asesinato que conmovió al mundo y 45 años después llegó a Netflix

Hijo de Umberto II, el último rey de Italia, Vittorio Emanuele de Saboya creció rodeado de lujo y protección. En 1946, a través de un referéndum, el 54,27 por ciento de los italianos votó a f...

Hijo de Umberto II, el último rey de Italia, Vittorio Emanuele de Saboya creció rodeado de lujo y protección. En 1946, a través de un referéndum, el 54,27 por ciento de los italianos votó a favor de cambiar la forma de gobierno: se resolvió abolir la monarquía para establecer una República. Al mismo tiempo, se dictó “la ley del exilio” que establecía que la familia Saboya no podía regresar a Italia.

Vittorio Emanuele vivió lejos de su reino y estudió en internados suizos, siempre añorando la vuelta. Ese deseo, tan intenso, luego se convirtió en resentimiento. Sus biógrafos coinciden en que fue ese rencor el que impulsó su reacción desmedida contra el grupo de jóvenes italianos que se acercó a la isla de Cavallo, territorio francés, donde vivía con su mujer, Marina Doria, y su hijo, Emanuele Filiberto.

El príncipe y su isla

Cuando alcanzó la mayoría de edad, el príncipe “sin corona” eligió atravesar su exilio en la isla de Cavallo, un paraíso de 120 hectáreas ubicado entre Córcega y Cerdeña, el lugar de moda del jet set europeo. Allí, algunos años más tarde, Carolina de Mónaco se enamoraría de Stefano Casiraghi y Bill Gates establecería una de sus casas de veraneo.

El 17 de agosto de 1978, un grupo de jóvenes que vacacionaban en Porto Rotondo organizaron una excursión a la isla de Cavallo. “Éramos un grupo de unas 30 personas, de entre 20 y 25 años, de vacaciones en Cerdeña”, detalló Aurelia Cantuti. Iban liderados por el romano Nicky Pende, reconocido playboy de la época.

Dirk Hamer, un joven alemán de 19 años, se sumó a último momento. No conocía a nadie en el grupo. Ni siquiera había sido invitado. Solo abordó uno de los tres barcos por orden de su padre, con la misión de acompañar y proteger a su hermana, la modelo Birgit Hamer.

El grupo navegó hasta Cavallo. A los periodistas que cubrían los eventos sociales les gustaba decir que la isla era “un enclave italiano en territorio francés”. Pasaron el día fondeados frente a la costa, bebiendo y escuchando música. Cuando cayó el sol, concluyeron que era peligroso regresar y resolvieron pasar la noche en los botes.

La llegada del grupo de jóvenes irrumpió la tranquilidad de la familia Saboya. Alertado por los gritos de los jóvenes y su música, Vittorio Emanuele (que entonces tenía 41 años, se presentaba como “un hombre de negocios”) abordó una lancha y se acercó a los intrusos para evaluar la situación.

Michel Levaufre, exempleado del príncipe y testigo de aquella tarde trágica, recuerda: “Siempre se nota cuando hay italianos en una bahía. Hablan mucho y muy fuerte. Aquel día había tres barcos frente a la costa, era mucha gente para una isla tan tranquila”.

Tras la caída del sol, sin posibilidad de regresar a casa, el grupo pensó en acercarse a la orilla y comer algo en un restaurante de Cavallo. Para recorrer los 30 metros que separaban a sus barcos de la costa (”para que las mujeres no se mojaran”, dirían luego), tomaron prestado un gomón inflable que encontraron atado en la única embarcación cercana. “Ése bote inflable era del hijo del príncipe”, revelaron más tarde los testigos.

Cuentan que, en el restaurante, los bulliciosos jóvenes y el noble italiano se volvieron a cruzar. “Estaban el príncipe y su esposa, parecían molestos porque nosotros hacíamos ruido”, recordó uno de los intrusos. Dijo también que escuchó a Vittorio comentar “¡Esta es mi isla!”, pero que nadie le dio importancia. Después de comer, regresaron a los barcos para dormir.

Dos disparos en la noche

“Volví a casa y vi que mi botecito había desaparecido, así que tomé otro bote y fui a buscarlo”, recordó Vittorio Emanuele. El príncipe asegura que llevó su rifle, un arma de guerra, por seguridad.

A la medianoche, cuando todos intentaban dormir, en una paz absoluta y bajo la luz de la luna, comenzaron a escuchar una voz que gritaba todo tipo de insultos contra “los italianos”. Cada vez se escuchaba más cerca. Nicky Pende se levantó para ver de qué se trataba. Fue el primero en reaccionar. “Había una persona que empezó a murmurar cosas sin sentido, a amenazar, fusil en mano. Vi que me apuntaba a la cara, me tiré al piso y sentí una ráfaga. Dos balas pasaron sobre mi cabeza”, relató.

La secuencia duró poco más de un minuto. Fue todo confusión. En los barcos se repetían los pedidos de ayuda. “¡Alguien está disparando!”, gritaban. Poco después, en la orilla, un grupo de locales, trabajadores, vio llegar a Vittorio Emanuele fusil en mano: “Esos cerdos italianos, les di una lección”, les dijo orgulloso.

Brigit Hamer todavía se emociona cuando recuerda aquella noche, hace 35 años. En el documental, Beatrice Borromeo destaca su testimonio con un primer plano: “Alguien vino y me dijo ‘ven rápido, tu hermano está herido. Fue el príncipe’”.

Continúa Aurelia Cantuti, otra de las testigos: “La bala pasó por encima de Nicky Pende e impactó en Dirk, le dio en la panza. El chico empezó a gritar, decía que estaba herido, pedía por su mamá'”.

Cuando el incidente se convirtió en tragedia, el príncipe abandonó el tono altanero y se mostró shockeado. “Solo quería asustarlos, solo quería recuperar mi bote”, decía.

La lucha de Birgit Hamer y el “príncipe tirador”

Vittorio Emanuele contaba con pasaporte diplomático, aun así lo detuvieron e interrogaron. El príncipe dijo que Pende había saltado a su bote, que disparó un tiro de advertencia al aire y que el segundo tiro, que hirió al joven alemán, se disparó de forma accidental.

Hamer fue atendido en Francia. Le amputaron una pierna y pasó por 19 cirugías. Vittorio Emanuele asumió su responsabilidad. Incluso, firmó una declaración doce horas después del hecho. “Básicamente, admite haber asesinado a un joven”, reportaron los medios. En aquel escrito se leía: “Yo, Vittorio Emanuele de Saboya, reconozco mi responsabilidad civil en el incidente ocurrido el 18 de agosto de 1978 con el Sr. Hamer”. Solo con ese texto como prueba, además de las declaraciones de los testigos, podría haber sido condenado a más de quince años de prisión...

El 6 de octubre de 1978, el príncipe Vittorio Emanuele, prisionero VIP en la cárcel en Ajaccio, recuperó la libertad. En sus primeros contactos con la prensa, definió lo ocurrido como “un accidente lamentable”. Un día después, murió Dirk Hamer.

El príncipe rearmó su versión. Dijo que había tenido una disputa con Pende, que disparó un tiro al aire y que un segundo tiro “se disparó cuando Pende cayó sobre mí”. Puso en duda su responsabilidad en la muerte del joven alemán: “Lo siento mucho, pero no sé si fui yo”.

Vittorio Emanuele no pudo evitar la condena social. Su caso estaba en primera plana de los diarios y los franceses le gritaban “asesino” cuando lo descubrían en la calle o en un restaurante. Su hijo Emanuele Fiiberto estudiaba en un internado. “Me acuerdo que en la escuela una niña me señaló y dijo: ‘Cuidado, es el hijo del asesino’”, relató a Beatrice Borromeo en la entrevista que la periodista le hizo para el documental.

Tras la muerte de Hamer, el príncipe decidió refugiarse en Suiza. Su situación procesal se había agravado.

La causa por la muerte de Dirk Hamer no prosperaba. “Al principio pensábamos, ‘¿por qué no hacen nada?’. Poco a poco nos dimos cuenta de que no era coincidencia. Los jueces estaban siempre de vacaciones, todo tenía idas y vueltas, no había indicios que estuvieran investigando”, relató Birgit. De pronto, el caso desapareció de los periódicos.

“Estábamos lidiando con alguien que, si la historia hubiera seguido otro rumbo, era heredero de la Casa de Saboya, mientras que nosotros éramos un grupo de chicos calificados como ‘niños mimados’, de vacaciones en Cerdeña”, declaró en el documental Umberto Ecole, otro de los protagonistas de esa noche.

Fue entonces cuando Marina de Saboya -esposa de Vittorio Emanuele y su más ferviente defensora- aseguró que los Hamer los estaban extorsionando. “Si nos pagás, nos callaremos, no habrá más problemas”, les habrían dicho a los Saboya.

“Lo único que sé es que mi padre contactó a los Saboya a través de la embajada alemana. Luego, la familia Saboya pagó 200.000 marcos alemanes. Para mí eso fue hacer un pacto con el diablo”, declaró Birgit. “No deberían haber mezclado dinero y justicia”, coincidió su hermano menor, Bernd Hamer.

Pese al arreglo extrajudicial -nunca comprobado- que podrían haber hecho sus padres, Birgit Hamer decidió no abandonar la causa. Quería honrar la memoria de su hermano poniendo al príncipe de Saboya tras las rejas.

De pronto, todo lo que había estado claro en un principio cambió. En las pericias, un médico aseguró que a Hamer le habían disparado a quemarropa cuando estaba a 15 metros de Vittorio Emanuele. El abogado del príncipe pidió al tribunal no tener en consideración el documento firmado por su cliente tras el asesinato, donde se reconoce responsable de los hechos: “Estaba en un estado de shock comprensible. Basta decir que esta es la primera vez, desde María Antonieta, que un miembro de una Familia Real es encarcelado”, alegó.

“Ése documento de admisión de culpa después desapareció. Como desapareció también el fragmento de bala que se extrajo del cuerpo de Dick”, remarca Birgit.

Misión: proteger al príncipe

El testimonio más destacado en el documental de Beatrice Borromeo, es el del príncipe Vittorio Emanuele: “Durante 17 años tuve que defenderme de todos los que querían la muerte del toro, como en una corrida… pero el toro tiene cuernos”, dice mirando a cámara.

Trece años después de la dramática noche en Cavallo, la modelo Birgit Hamer logró llevar al banquillo de los acusados a Vittorio Emanuele de Saboya. Fue formalmente acusado de homicidio involuntario ante el tribunal penal de París. El juicio “por jurado” comenzó en noviembre de 1991. Fue, casualmente, “en la misma sala que Luis XVI fue condenado a la guillotina”, tal como recordó Vittorio Emanuele.

Durante los cinco días que duró el proceso, el príncipe durmió en un calabozo. De camino a la primera audiencia, esposado, enfrentó a las cámaras: “Alguien le disparó a ése pobre chico con un arma. No fue mi fusil”, dijo.

En la Corte repitió su versión sobre un segundo tiro, que se habría disparado de forma accidental. También presentó testigos que embarraron la cancha: hablaron de más disparos, de posibles bengalas, e incluso sugirieron la posibilidad de que hubiese un segundo tirador en la escena.

Sólo tres jóvenes que viajaban con los hermanos Hamer fueron citados por el tribunal. En cambio, desfilaron otros testigos que hablaron maravillas del acusado. Gente completamente ajena a la causa, como un exembajador italiano, un oceanógrafo, la escritora francesa Edmonde Charles-Roux, conocida por ser la biógrafa de Coco Chanel...

Birgit Hamer, que luchó durante 13 años para llevar al príncipe ante la Justicia, repite de memoria la sentencia del jurado: “Recuerdo las palabras exactas.’ El señor de Saboya fue acusado de tres cargos. Primero, ¿actuó intencionalmente? No. Segundo, ¿fue responsable de la muerte del Sr. Hamer? No. Tercero, ¿su rifle era un rifle militar? ¿tenía permiso?, no. Lo condenamos a cinco meses de libertad condicional. Puede irse’”.

Otra vez, Vittorio Emanuele quedó libre. Fuera de la corte, los periodistas le preguntaron quién mato a Dirk Hamer. “No fui yo”, insistió.

Tras el fallo, Birgit Hamer se radicó en España con sus dos hijos. Al mismo tiempo, en Italia se discutía otro referéndum que les cambiaría la vida a los Saboya: en 2002, luego de 53 años de exilio, se decidió que la antigua Familia Real podía regresar a Italia. Eso sí, advirtieron, sus títulos nobiliarios no serían reconocidos.

Sin embargo, cuatro años después, el 16 de junio 2006, Vittorio Emanuele fue arrestado por asociación ilícita, corrupción y explotación de la prostitución en fiestas de lujo. Lo arrestaron en el Lago Di Como y fue encarcelado en Potenza. “Fue irónico. Primero no lo querían en Italia y luego no lo dejaban irse”, relató su hijo Emanuele Filiberto. El príncipe fue absuelto por falta de pruebas.

Cuando parecía que la historia estaba definitivamente terminada, un hecho inesperado volvió a complicar a Vittorio Emanuele. Durante su última detención en la prisión de Potenza, sin saber que estaba siendo grabado por las cámaras de seguridad del penal, le comentó a sus compañeros de celda: “Engañé a los jueces franceses”. Hablaba del delito de Cavallo, de 1978.

Birgit Hamer invirtió cinco años de su vida, desde 2006 a 2011, en buscar esa cinta. Y fue Beatrice Borromeo -por entonces periodista e hija de su íntima amiga, Paola Marzotto- quien la ayudó a recuperarla y a hacerla pública en 2011. El relato del príncipe es breve pero contundente: “Era culpable pero logré engañarlos. Increíble, había 20 testigos. Muchas personalidades francesas de alto perfil, estaba seguro de que ganaría”, se lo escucha decir.

El caso no pudo reabrirse. Pero la confesión, aun 45 años después del asesinato, trajo paz a la familia Hamer. “Fue un gran alivio, ya no teníamos que vivir con esa carga. Una forma de justicia divina”, consideró Birgit.

El documental de Beatrice Borromeo, titulado “El príncipe que nunca reinó”, muestra por primera vez la grabación del príncipe hablando con otros reclusos. Luego aparece Vittorio Emanuele hoy, con sus 86 años, negando lo innegable: con cara de piedra dice “no recuerdo haberlo dicho”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/la-historia-oscura-del-principe-de-saboya-el-asesinato-que-conmovio-al-mundo-y-45-anos-despues-llego-nid25092023/

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