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Los nuevos pobres no cobran beneficios sociales y se mueven en sectores medios no profesionales

Personas de clase media baja, no profesionales, remiseros, quiosqueros o microemprendedores. No son beneficiarios de planes sociales. Son trabajadores asalariados o informales, autónomos o indepen...

Personas de clase media baja, no profesionales, remiseros, quiosqueros o microemprendedores. No son beneficiarios de planes sociales. Son trabajadores asalariados o informales, autónomos o independientes. Se trata de los que conforman el universo de “nuevos pobres”, en un escenario devastado por la inflación y la crisis. La descripción se desprende de una radiografía sobre la pobreza y las desigualdades, presentada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) en la Universidad Católica Argentina (UCA), con motivo de la colecta anual de Cáritas de este fin de semana.

“Todos empeoran, pero los sectores medios no profesionales se vienen empobreciendo cada vez más: desde 2010 casi se triplicaron las personas de este segmento social que cayeron por debajo de la línea de pobreza”, reveló a LA NACION el sociólogo Agustín Salvia, director del ODSA, al compartir los datos del relevamiento.

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En efecto, en 2010 la tasa de pobreza en los sectores medios no profesionales era del 7,1% y hoy asciende al 18,2%, lo que representa 1,8 millones de personas. En esa franja se mueven, incluso, jubilados que hace 20 años no conocían la pobreza.

A nivel general, la pobreza golpea al 43,1% de la población, con índices abrumadores en los sectores bajo integrado (51,7%) y bajo marginal (70,5%). Y la indigencia llega al 8,1%: unas cuatro millones de personas que no pueden cubrir la canasta básica alimentaria.

“Detrás de los números hay personas, hay rostros, hay nombres, hay historias”, reflexionó el obispo Gustavo Carrara, vicario episcopal para las Villas de Emergencia y vicepresidente de Cáritas, confiado en que la difusión de estas cifras ayude a generar más sensibilidad frente al drama social con el que conviven los más pobres. Acompañó a Salvia en la presentación del informe del Observatorio de la UCA, junto con Paula Porce, videdirectora de Cáritas Argentina, y recordó que “la indigencia y la pobreza producen sufrimiento y muchas veces hipotecan vidas”.

Con el lema “Mirarnos. Encontrarnos. Ayudarnos”, la colecta de Cáritas se realiza en todo el país, con la movilización de unos 40.000 voluntarios y los aportes y donaciones se pueden hacer por vía electrónica en el sitio web: www.caritas.org.ar,

“Nos duelen los números de la pobreza”, afirmó, en tanto, el designado arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, al animar a un mayor compromiso y solidaridad a través de la participación en la colecta, en un mensaje dirigido a la comunidad de la diócesis de Río Gallegos.

Trabajo informal

Al discriminar el impacto de la pobreza según los niveles socioeconómicos, otra manera de medir el cuadro social en la investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina, el índice entre los sectores medios bajos representa el 25,9%, cuando en 2017 era solo del 13 por ciento. Se volvió a los niveles de la segunda presidencia de Cristina Kirchner, en 2010 (21,3 %) y del primer año del mandato de Mauricio Macri, en 2016 (23,6%), con indicadores más severos y privaciones desconocidas para esa franja de la población.

“En una Argentina en la que se deterioran los salarios, las familias responden con más trabajo y, cuando no lo demanda el mercado, lo autogeneran”, explicó Salvia, al referirse a la creciente informalidad de la economía social.

Para Salvia, hay un marcado deterioro de los ingresos, aun en aquellos que no son pobres. “Todos empeoramos”, insistió.

Un dato significativo del impacto de la crisis entre los sectores medios no profesionales es la caída en la capacidad de ahorro. En 2010, el 21,9% de los hogares de este sector social podían ahorrar, proporción que hoy descendió al 15,4 por ciento. En los sectores más pudientes, la capacidad de ahorro también bajó, pero menos: del 48,3 al 41,6 por ciento.

Y otro signo revelador es la cantidad de personas que “no pueden hacer arreglos, siendo necesarios, ni pintar la vivienda por no tener dinero”. En los sectores medios no profesionales, el 26,4% manifestaban esa dificultad en 2010. Hoy lo expresa el 45,6% de esa franja. Ese problema se duplicó, incluso, en el sector profesional: pasó del 11,6% al 26 por ciento.

Entre 2017 y 2022, el índice de pobreza trepó del 28,2% al 43,1%, aunque la situación de postergación social venía de arrastre, con picos del 31,8% en 2010 y del 32,8% en 2016. Los números crecieron a caballo de las desigualdades y hoy se advierte que la pobreza golpea al 2,7% de los sectores medios profesionales, al 18,2% del estrato medio no profesional; al 51,7% de los sectores bajos integrados y al 70,5% de los estratos bajos marginales

El análisis de este afligente cuadro social lleva a una pregunta: cuál es la salida para que existan mejores condiciones de vida para los sectores más postergados.

“Estabilizar la economía. Son segmentos que no requieren de acciones especiales. Gente que tiene mucho empuje para el trabajo y para llevar adelante proyectos. Se defienden de la crisis con mucho esfuerzo”, señaló el director del Observatorio.

Salvia apuntó, incluso, otro enfoque: “No tienen, en general, una ideología política determinada. Probablemente, en las urnas castiguen a quienes los defraudan en materia política. Son sectores que también están afectados por la inseguridad. Quieren reglas claras, que se los deje trabajar”.

La pobreza estructural

El estudio del Observatorio de la Deuda Social señala que el 22,5% de la población se encuentra en situación de pobreza estructural. Padecen privaciones que en 2010 abarcaban al 17,1% de los habitantes. Esa pobreza estructural sube al 30% en el conurbano bonaerense.

Entre otros indicadores, el 45,9% de la gente se percibe con ingresos insuficientes y apenas el 9.6% declaró haber tenido capacidad de ahorro.

El 51,7% comentó que es beneficiario de programas asistenciales, proporción que en 2010 llegaba al 32,9 por ciento. El porcentaje llega al 58,7% en el conurbano bonaerense, al 52,5% en otras áreas metropolitanas y al 52,9% en zonas urbanas del interior.

Una de las conclusiones del estudio señala que las estrategias familiares que adoptan los propios hogares son el mayor esfuerzo productivo y uno de los factores que logran atenuar –y en algunos casos revertir- la tendencia creciente de la pobreza y la indigencia. También influyen las políticas públicas y asistenciales, que contribuyen a “apaciguar” el crecimiento de la indigencia, aunque se reconoce que no se trata de fuentes genuinas de mejora.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/los-nuevos-pobres-no-cobran-beneficios-sociales-y-se-mueven-en-sectores-medios-no-profesionales-nid10062023/

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