LA BAULE-ESCOUBLAC, Francia.– Sólo el partido entre Samoa y Chile interrumpió el descanso que tuvieron este sábado los Pumas, el último antes de enfrentarse, precisamente, con Samoa, el viernes próximo, en Saint-Ètienne. La gran mayoría del plantel se apostó frente los televisores después de la hora del almuerzo para seguir las alternativas del encuentro que se disputó en Bordeaux.

Los planes de paseos y playa quedaron truncados porque la lluvia irrumpió por primera vez desde que los argentinos están afincados en La Baule. Después de una primera semana sofocante de calor y esta última mucho más agradable, con unos 23 grados y sol a pleno, el agua empezó a caer en la noche del viernes y prosiguió durante la mañana del sábado. Recién al mediodía apareció una resolana, pero con alto porcentaje de la humedad. De todos modos, los jugadores aprovecharon para estar con sus familias. Algunas están alojadas en un hotel contiguo al que ocupan los Pumas, mientras que otras llegaron en las últimas horas desde las distintas ciudades de Francia donde están viviendo.

El del sábado fue el último día libre. Este domingo comenzará la actividad desde temprano y se irá intensificando hasta el miércoles por la tarde, cuando la delegación argentina se traslade hasta Saint-Éttiene para el test crucial frente a los isleños. “Foco, foco”, pronunció insistentemente Juan Fernández Lobbe, uno de los integrantes del staff, sobre las claves para el partido del viernes, en los cual a los Pumas no les queda otra posibilidad que la victoria para seguir en carrera hacia los cuartos de final.

Los jugadores y el staff han coincidido que ya dejaron atrás –”no tan pronto”, agregaron– las frustrantes sensaciones que provocaron la derrota contra Inglaterra en el debut. La frase “no pudimos hacer nada de lo que venimos practicando” se escuchó de la boca de todos, como en los días siguientes la insistencia en remarcar: “Estamos convencidos de lo que queremos hacer”. Falta que ese discurso baje al verde césped y para certificarlo la oportunidad que se viene es la de Samoa. Porque así como una derrota sellará la suerte en el torneo, una victoria adosada a un buen juego puede entonar al máximo al equipo. Habrá que esperar, porque la inestabilidad emocional que suelen evidenciar los Pumas es un argumento del cual los isleños, que ante Chile no mostraron grandes atributos, pueden aprovecharse.

El seleccionado argentino tuvo una buena semana tras la piña inglesa. Hubo un justo mix entre distracción y entrenamiento fuerte. El domingo todos se sacaron las malas energías con un flor de asado en un campo de polo, el miércoles recibieron el cariño de la gente de La Baule en un entrenamiento público y este sábado pudieron juntarse con sus familias. El ánimo es alto. La confianza ha retornado.

Por lo que se fue escuchando y viendo, Cheika y el resto del staff no harían grandes cambios en el equipo. Los entrenadores están convencidos de que no hay mucho que tocar a esta altura del recorrido. Felipe Contepomi fue rotundo al respecto. Quizá puede haber lugar para la vuelta de Tomás Cubelli y habrá que ver cómo se recuperan los dos pilares derechos, Francisco Gómez Kodela y Joel Sclavi (que también está formando de izquierdo). Ambos se entrenaron apartados del grupo toda la semana. La situación de Sclavi asoma más complicada, ya que sufrió la fractura del cartílago de una costilla (nunca la UAR dio un parte oficial sobre esa lesión; la deslizó Contepomi en la conferencia de prensa del lunes). Los 23 serán anunciados el miércoles, minutos antes de viajar a Saint-Ètienne.

La próxima y breve escala de los Pumas tiene recuerdos para la Argentina. En las inmediaciones de Saint-Étiiene se alojó la selección de fútbol para el Mundial de 1998. Y en el estadio del test con Samoa, el Geoffroy Guichard, la Argentina le ganó por penales a Inglaterra aquel recordado duelo por los octavos de final, la noche que el Cholo Simeone provocó la expulsión de David Beckham.

Un detalle de aquel recuerdo del 98. Daniel Passarella, el DT argentino, mandó a colocar unas lonas negras para que no se pudieran ver los entrenamientos en el campo de L’Etrat. Fue motivo de fuertes críticas. El lugar donde se entrenan los Pumas, en el complejo Des Salines, está rodeado de lonas negras sostenidas por estructuras de maderas en lo alto de las tribunas. Las mandó a poner Cheika para que nadie pueda espiar. En el rugby profesional, esta es una regla de oro. Ningún equipo se entrena en lugares donde haya edificios o donde haya alguna ventana de una casa con vista a la cancha. Si alguna de las jugadas que se ensayan le llegan al rival, puede significar perder ese partido.

En el Mundial de 2007, mientras los Pumas se entrenaban en París, Marcelo Loffreda divisó que a lo lejos había parado un hombre de traje con corbata. Cuando uno de los encargados del plantel fue a echarlo, vio que en la corbata tenía un prendedor que en realidad era una cámara. Ese señor estaba filmando.