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Obsesión por la nieve: además de orden, buenos esquiadores y amigos en Buenos Aires

BARILOCHE.– Cuando en 1911 Roald Amundsen llegó al polo sur, escribió en su diario que durante la travesía, en la cual conquistaron la meta cinco semanas antes que la expedición rival capitan...

BARILOCHE.– Cuando en 1911 Roald Amundsen llegó al polo sur, escribió en su diario que durante la travesía, en la cual conquistaron la meta cinco semanas antes que la expedición rival capitaneada por el británico Robert Scott, “el esquí había sido a veces bueno, a veces malo”. Según Roland Huntford, célebre biógrafo de exploradores polares, Amundsen y su equipo “no se veían a sí mismos como exploradores sino como esquiadores; tampoco se sentían particularmente heroicos, sino como quienes simplemente habían corrido más de 740 millas y ganado la carrera de esquí más larga del mundo”.

Huntford argumenta en su libro Two Planks and a Passion: The Dramatic History of Skiing (Dos tablas y una pasión: la dramática historia del esquí) que la obsesión que el esquí despierta –sea en su versión nórdica o alpina– en casos como el de Amundsen lleva a pensar más en la calidad del deporte vivido que en la situación histórica y extrema que se acaba de atravesar (y que Scott y su propia expedición ni siquiera sobrevivieron para contar).

Tres tilos para sobrevivir a todas las tormentas

Es paradójico estar leyendo sobre expediciones polares en el Cerro Catedral, donde el debate más acuciante esta temporada parece ser si elegir los tradicionales ositos rellenos de dulce de leche o los delicados bombones de sofisticado diseño con ingredientes orgánicos de las chocolaterías más nuevas (el producto en barra siendo un clásico que no se discute).

Pero aún así la historia polar es de lectura fascinante aquí porque tiene tantos puntos de contacto no sólo con el esquí, sino con la Argentina.

Huntford saltó a la fama a fines de los ‘70 cuando rehabilitó con sus libros a Amundsen a costa de Scott. Hasta entonces se denigraba a Amundsen con que hizo trampa usando esquíes y perros en vez de ir a pie y a caballo como Scott, y que no le había dicho a nadie que iba al polo sur para sacar ventaja. Scott, en cambio, se había vuelto un héroe nacional británico al morir junto al resto de su equipo en el viaje de regreso, el autosacrificio como propia recompensa.

A mediados de los ‘70 habían comenzado a aparecer algunas grietas en la narrativa, pero fue con Huntford que el público general se enteró de errores que pueden haber sido los fatales de Scott. Como el agregar un quinto explorador cuando tenían provisiones para cuatro y el haber elegido hombres de una forma menos acertada que Amundsen.

Un hombre de Amundsen que le encanta a Huntford es el noruego Olav Bjaaland, a quien reclutó al verlo competir en una carrera de esquí en Francia. Era tan fuerte y veloz sobre las tablas que Amundsen lo mandaba primero esquiando para que los perros corrieran tras él. Cuando llegó al polo, Bjaaland escribió unas breves líneas a su familia, donde simplemente describió al lugar como “tan plano como Mordegal”, el lago helado donde practicaba el deporte de chico, y donde, asimismo, “se puede esquiar bien”.

A sus propios recuerdos, en cambio, Amundsen los escribió en buena parte en la provincia de Santa Fe, en la estancia de Pedro Christophersen, un poderoso empresario pesquero de origen noruego que estaba casado con la nieta de Alvear. Cuando el barco de Amundsen atracó en Buenos Aires rumbo al polo, estaba falto de fondos para continuar la expedición. Christophersen le consiguió el dinero y, en su libro, Amundsen sólo agradece a tres personas: al Rey de Noruega, a Fridtjof Nansen (otro campeón de esquí, por supuesto, además de gran explorador y eventual premio Nobel) que le prestó el buque, y a Christophersen.

La frase célebre más asociada a Amundsen es “la victoria espera a aquellos que tienen todo en orden”. Desde las pistas de Bariloche es imposible dejar de pensar que a la máxima le debería agregar que siempre hacen falta también “buenos esquiadores y amigos en Buenos Aires”. Para las expediciones al fin del mundo y para la vida.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/obsesion-por-la-nieve-ademas-de-orden-buenos-esquiadores-y-amigos-en-buenos-aires-nid03092023/

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