Los chicos que nacieron en diciembre de 1985, cuando el enorme e indiscutido Carl Sagan declaró ante el Congreso de Estados Unidos sobre el cambio climático, pronto cumplirán 40 años. Ya son personas adultas que viven en un mundo muy diferente del que teníamos en 1985. La presentación de Sagan fue, como su inolvidable serie Cosmos o sus libros de divulgación, minuciosa y a la vez clara y didáctica, y, pese a esto, concisa. No fue por supuesto la única voz que alertó sobre el tema. Pero fue una que con realismo, calma y un sólido sustento científico anticipó lo que iba a ocurrir, si no tomábamos medidas, con el clima terrestre. Profético, por desgracia, pero profético al fin, señaló la mitad del siglo XXI como el inicio de los síntomas severos, potencialmente catastróficos de lo que por entonces se llamaba calentamiento global.

Los chicos que nacieron en 1985 están cerca de los 40 años. Son los chicos a quienes –declarábamos– queríamos dejarles un mundo mejor. Los datos demuestran que fracasamos. Las razones son muchas y complejas, pero fracasamos. Cuando los chicos que nacen hoy tengan 40 años estaremos en 2063. Ahora, en serio: ¿qué clase de mundo queremos dejarles?