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Germán Portanova: “Muchos se suman ahora al relato de la igualdad, pero no lo sienten”

Carlos Bianchi propuso una revolución en Vélez a principios de los ‘90. Ahí estaban Chilavert, Trotta, Sotomayor y Almandoz, pero también los jóvenes, talentosos y atrevidos, como Cordone, P...

Carlos Bianchi propuso una revolución en Vélez a principios de los ‘90. Ahí estaban Chilavert, Trotta, Sotomayor y Almandoz, pero también los jóvenes, talentosos y atrevidos, como Cordone, Pandolfi y Morigi. Y Germán Portanova, un pibe que pisaba los 20 años y sus virtudes como zaguero terminaban en esfuerzo y concentración. Pero Bianchi lo ponía como ejemplo delante de todos. Les hablaba del espíritu de superación de ese chico de la reserva al que la rodilla izquierda ya lo había llevado cuatro veces al quirófano. “Bianchi se quedaba hablando conmigo, me contaba de su papá, del puesto de diarios… y yo no era nadie. Siempre afectuoso, con un gran manejo de grupo y un innegociable sentido de la igualdad. Para él todos eran importantes”, cuenta Germán a horas del desafío de su vida, el debut en el Mundial femenino que lo tendrá como técnico de la Argentina. Y el eco de la palabra igualdad se apodera de la charla. Portanova sabe, como pocos, que la Copa del Mundo en Australia/Nueva Zelanda es el escenario deportivo. Pero el simbolismo del fútbol femenino trasciende los límites de una cancha.

–Comentaste cierta vez que de 100 varones en la Argentina, 99 quieren ser futbolistas, y de 100 chicas, tres o cuatro. Cuánto falta para que sean… ¿10?

–Pasar de que a 3 o 4 chicas a 10 va a ocurrir muy pronto, casi de inmediato diría. Porque la sociedad creció un montón en ese aspecto, y el fútbol femenino crece desde la evolución de la sociedad. De los logros, también, claro, porque desde los logros se acercan los sponsors. Pero más allá de eso, el crecimiento obedece a un cambio cultural, a la aceptación. Hasta no hace tanto, a las chicas que jugaban al fútbol las condenaban desde la mirada, y yo lo viví desde muy cerca. Y ahora las ves jugar, a cualquier edad, por todos lados: en las plazas, en la playa en verano, ellas alquilan las canchas de fútbol 5. ¿Sabés la cantidad de chicas que nos habremos perdido, las chicas que se alejaron heridas por opiniones crueles y absurdas?

–Pedías que se incluyera ‘fútbol’ en las escuelas y te escucharon.

–Lo pedí a gritos desde hace años… Es parte de la libertad: elegir. Que puedan elegir si quieren jugar al hockey, al fútbol, al handball…, a lo que más les guste. Viste que históricamente, en las escuelas públicas, las chicas debían jugar al voleibol, al handball y al cesto… Las chicas no podían jugar al fútbol en las escuelas, las condenábamos los varones y las mujeres también. La sociedad cambió. Tenemos que seguir mejorando, claro, esto no terminó ni podemos cruzarnos de brazos. Al fútbol femenino todavía le quedan pasos para adelante, algunos serán más grandes y otros más pequeños, pero la evolución ya no puede detenerse. Cuando los clubes, y las empresas, comprendan que esa inversión va a dar frutos, se van a acercar más. Cuando ya no se entienda como un gasto, sino como una inversión. Porque mañana será un negocio para el club, para todos.

El futbolista Germán Portanova no hizo una carrera para recordar. Precisamente fue Bianchi el que le propuso que buscara en Chacarita los minutos que el ‘Virrey’ no podría darle en Vélez. Le siguieron Tristán Suárez, Cerro Porteño, Racing Ferrol, Rangers de Talca y Deportes Melipilla, en Chile, y ocho años en torneos regionales de Italia. Se retiró a los 36 años. Trabajó en el puerto de Cerdeña, volvió al país y se asoció con un amigo en una fábrica de zapatos… El fútbol había desaparecido de su vida, hasta que se cruzó UAI Urquiza. Primero, varones, y desde hace una década, mujeres. Ya nada fue igual. “Aprendí a admirarlas. Por su lucha para trascender, esa predisposición y el deseo de crecer”, se confiesa Portanova.

–Creés genuinamente en el apoyo y desarrollo del fútbol femenino, ¿o hay algo de pose y conveniencia de algunos sectores?

–Mi pensamiento es muy similar al tuyo, y ahora lo vivo más. Acá hay mucha política…. Uno, con tantos años en el ambiente del fútbol femenino, pero especialmente las jugadoras, nos damos cuenta enseguida si el interés es político, si es para la foto, si los que se acercan realmente saben de la lucha, si los discursos son genuinos… Choca descubrirlo. Muchos se suman ahora al relato de la igualdad, pero no lo sienten. Y nosotros lo percibimos enseguida. Y no se trata de que sólo busquemos valorar a los que estuvieron desde la primera hora, no, bienvenidos aquellos que se despertaron ahora, que se sienten identificados y quieren ayudar. Pero que sea genuino.

–Fútbol, abusos y denuncias de género. ¿Qué análisis hacés?

–… Es todo un tema. Mucha gente me pide recomendaciones, por ejemplo, y el femenino no es lo mismo que el masculino. En el masculino vos podés saber si una persona trabaja bien, razón suficiente para recomendarlo. Pero en el femenino también tenés que tener otras cualidades. Desde las formas, los tratos, la visión, el oportunismo para saber cuándo y dónde hablar… Uno nunca sabe cuáles son los pensamientos internos de las personas, por eso me resulta muy difícil recomendar gente para trabajar en el femenino. Son temas delicados y muy difíciles.

–El fútbol, lo clubes, ¿se hacen los distraídos, especulan según quién es el involucrado y cuánto lo necesitan en la cancha?

–Desde mi lugar, lo que yo quiero es que las chicas no sufran. Sea por discriminación o por atravesar un momento incómodo. Por eso el profesional se tienen que preparar, todos dentro de su especialidad: el psicólogo, la nutricionista, el preparador físico…, con ese plus, esa sensibilidad de cómo hablar, cómo explicar, cómo pedir. Y la cabeza sana, aunque desde ya esto es imprescindible para pararse frente a cualquier género. Desde nuestro lugar tenemos la posibilidad de formar. Muchas veces desde la familia no está la contención necesaria, más en Buenos Aires, una provincia con tantas dificultades. Y, de alguna manera, las jóvenes, las jugadoras, nos hacen caso en límites, en reglas, en horarios. En el respeto y los valores de la convivencia. Nosotros tenemos esa posibilidad, y si la cabeza de quienes conducen no está bien, se puede hacer mucho daño.

–Las inferiores reflejan, a través de sus jugadores, conductas de una sociedad más desarticulada. ¿Con las chicas que sucede?

–Sí, sí, hay que lidiar con la procedencia, el origen, la realidad social, el desarrollo cultural… Gracias a Dios me formé en UAI Urquiza, donde trabajaba mañana, tarde y noche para vivir del fútbol. A la mañana entrenaba a chicos, varones de 19/20 años, y tenían todas esas problemáticas: jóvenes con sus familias destruidas… Recuerdo a un chico que un día me dijo: ‘Disculpá si hoy no hago un buen entrenamiento porque anoche llegó mi papá drogado, rompió todo en casa, quemo el sofá…’ Viví un montón de situaciones así, nadie me las contó. Entonces aprendés a hablar de otra manera y a tratar de ayudarlos, no solo a exigirles. Uno no puede exigir sin conocer la realidad de a quienes les está exigiendo. En la selección tenemos nuestras problemáticas porque hay varias jugadoras de distintas edades, y cada una con su realidad. Le damos mucha intervención al psicólogo para que puedan tener una buena convivencia.

–Sarina Weigman, Jill Ellis y la alemana Silvia Neid dirigen selecciones y han recibido los últimos premios The Best. ¿Ves lejana la posibilidad de una mujer en tu cargo en la Argentina?

–Es indistinto, eso, para mí. Hay mujeres muy capaces que se están formando. También creo que tienen que vivir situaciones para poder manejar un grupo. Es decir, un problema que hoy, yo lo puedo resolver de una manera, hace 10 años no hubiese podido hacerlo. Son vivencias, claves en todo ámbito. Mi hijo está estudiando arquitectura, y la teoría está muy bien, pero un día la obra del edificio será real. Pero desde ya que hay mujeres muy capaces, he trabajado con varias en estos años. Desde la pasión para seguir adelante con su recorrido, desde ya que una mujer podrá dirigir a la selección femenina de la AFA.

–¿Los varones seremos capaces un día de ponernos bajo la dirección técnica de una mujer?

–Eso creo que costará más… No te podría decir siiiiii… A veces el juego de los varones reclama ser argumentado desde la experiencia, aunque hay casos, como Mourinho, que no fue futbolista. Pero debo decir que los cuerpos técnicos del femenino están mejorando mucho en la Argentina, en todos los aspectos.

–Comentaste un día que las chicas “se quedan un poco más con los problemas…”. ¿El manejo de las emociones es diferente?

–Construir un grupo es el cimiento para todo, por lo menos, para una convivencia cordial. No es necesario que todas sean amigas, y siempre dentro de un grupo habrá otros grupitos, pero que en la cancha se note unión. Y con respecto a lo que preguntás… y, sí, las mujeres tienen mucha memoria ante situaciones puntuales… ‘No, porque usted me dijo en el 2020 que…’ En cambio, el varón se olvida… Pero las chicas tienen un magnífico nivel de predisposición y deseo de crecer.

–En la conducción de una práctica, un exabrupto, por ejemplo, puede estar hasta naturalizado entre hombres. ¿Cómo manejás esos límites con las chicas?

–Insultos nunca, pero ni a los hombres ni a las mujeres. Sí, hablarles fuerte en las indicaciones, es fútbol, esto es pasional. Pero de igual manera a un hombre que a una mujer, porque sale, me sale… es parte de mí. Eufórico, pero correcto. Si lo tengo que pensar dejaría de ser genuino.

–La sociedad evoluciona a un ritmo que el fútbol masculino no acompaña. Entre las chicas, las elecciones sexuales hasta son una bandera, nada de tabú.

–Nos están dando una lección, ¿no? Es parte de la libertad. Primero, desde la elección de lo que uno o una quiera hacer: jugar al fútbol o su preferencia sexual. Y esa libertad da paz interior, te permite hacer lo que sentís y deseás. Mirá… Han entrenado con nosotros chicas de 16 años, y en UIA Urquiza he tenido chicas muy jóvenes. Bueno, hay un período donde algunas jovencitas tienen un choque con sus padres, o con la familia por estos temas... Pero la resolución de esos conflictos, por llamarlos de alguna manera, no han durado más que unos meses, y después han regresado bien, felices con su elección. Y acompañada, apoyada. Con la gran mayoría sucede así. Pero es verdad, a cierta edad aparece un obstáculo que cada vez se está resolviendo más naturalmente.

–También son mujeres las que más se animan a denunciar miedo y presiones en el deporte. Megan Rapinoe, Simone Biles, Naomi Osaka, Delfina Pignatiello…

–Pero el deporte está lleno de frustraciones, y hay que estar dispuesto a convivir con ellas y preparado para dar vuelta la página y seguir. Presiones, quizás, tiene el jefe de familia que no llega a fin de mes y debe hacer horas extras... Lo nuestro es pasional, y es buscado. Queremos llegar a esos lugares, que sí, tienen el peso de la presión y la responsabilidad.

–Aparecieron los pases al extranjero, apareció el dinero entre las chicas argentinas. ¿Es un tema de atención?

–Sí, empieza aparecer el dinero entre ellas, aunque claro que el margen de comparación con los varones es abismal. Pero se manejan bien; la que se va a jugar al exterior accede a otra calidad de ingresos y es bien merecido. Está entendido, no percibo conflicto. Y después se van celebrando los logros, como que la FIFA les otorgue US$30 mil por su participación en el Mundial. Vienen luchando hace mucho y suma, claro.

–Cuando mirás fútbol, ¿qué, quienes te gustan? ¿Tenés referentes?

–Al principio era más cerrado, atado a un esquema, donde la búsqueda del protagonismo y la posesión era casi una ley. Después me di cuenta de que no tenía sentido encasillarme si hay grandes entrenadores haciendo otros estilos. Sí, el camino que más me gusta es el estilo más difícil, el del protagonismo, pero para el Mundial también me ayudarán los otros estilos. Porque los necesitaré. De lo contrario sería un necio. Como cierra las líneas Simeone, por ejemplo, nos puede servir contra Suecia o contra Italia, y por qué voy a fijar siempre esa recuperación alta de Guardiola si en muchas circunstancias del Mundial no lo vamos a poder hacer. Estoy abierto a todo, miro mucho, mucho fútbol, desde Guardiola hasta nuestro ascenso. Y además de ir a las canchas en la Argentina, miro mucho fútbol femenino internacional.

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–En la lista mundialista de 23, son 13 las chicas que juegan en el exterior. ¿Eso es evolución?

–Sí, ese es un indicador claro de la evolución. Si bien estamos creciendo en el torneo local y los partidos son más equilibrados, las chicas de mejor nivel se fueron afuera. Como los mejores del masculino. Eso marca el ascenso. Creo que los entrenamientos no varían mucho entre nosotros y Europa, pero sí cambia mucho la competencia. Algunas compiten miércoles y domingos, y otras sólo los domingos, pero en un nivel muy superior. Y a un nivel superior se entrenan, tal vez no el ejercicio, pero sí el roce con la compañera. Y ahí es donde la cabeza hace clic: ‘Tengo que jugar más rápido si quiero pertenecer a este nivel, tengo que darme vuelta de tal manera, tengo que posicionarme de este modo…’ Contamos con varias jugadoras que se han mantenido en la elite y se nota que comprenden diferente el juego. Desde cerrar un espacio, jugar y venir al encuentro, comprender que el posicionamiento del equipo debe ser distinto cuando no tenemos la pelota, que el equipo tiene que pasar la línea del balón cuando debemos defender… Comprender o no el juego te acerca o te saca de la elite. La diferencia es tan grande como no poder controlar con la pierna inhábil. Ahí perdés el famoso segundo si no lees la jugada antes. Todos detalles imprescindibles si queremos estar a la altura del Mundial. Hoy estamos mejor que en el Mundial anterior, donde el equipo titular estaba armado con un 70% del ámbito local y el 30% restante de afuera, y hoy será 70 o 80% de afuera y el 20 de la liga argentina.

–¿Recibiste saludos del mundo masculino del fútbol en la antesala del Mundial? ¿Tenés trato con Scaloni? ¿Conocés a Messi?

–Soy bastante reservado, no me gusta forzar ninguna situación. Por ejemplo, jamás me atrevería a ir al módulo 2 del predio de Ezeiza si allí está la selección mayor. Estaría invadiendo su espacio. Sí, si se da una charla ocasional, como con Mascherano, que vino, se acercó y conversó con nosotros. Pero yo no busco nada, no me interesa ese papel porque no saldría bien la charla. Nunca hay que forzar nada.

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–Empieza el Mundial. ¿Cuál es el umbral de la Argentina? Todavía no ganó ni un partido en sus tres mundiales (7 derrotas y dos empates, ambos en 2019).

–Después de la euforia del Mundial masculino de Qatar, la historia del femenino indica que somos muy diferentes. Ya fue un logro muy importante nuestro tercer puesto en la Copa América y clasificarnos al Mundial sin pasar por el repechaje. Vamos a intentar ganar un partido, primero, y por qué no pasar a los octavos de final. Entre las potencias del fútbol femenino no hay muchas sorpresas porque podés cerrarles muchos espacios, pero después el partido lo determina una pelota larga al vacío y ellas lo explotan con mayor potencia, o una pelota parada, porque son altísimas.

–Grupo G: Italia, el próximo lunes en Auckland, y después, Sudáfrica y Suecia. ¿Sensaciones?

–Yo me tomo la obligación de ganarles a todos, pero ahora no será como en la Copa América, donde en determinados partidos debíamos ser los protagonistas sí o sí. Por todos los medios vamos a intentar ganar un partido, está esa adrenalina y esa responsabilidad. Contra Italia tendrán la posesión ellas, por todo lo que vienen haciendo y el roce de Europa, pero trataremos de competirle plantándonos en determinado lugar de la cancha. Sudáfrica, con sus morenas veloces y atléticas, nos puede ganar tranquilamente, son las campeonas de África. Y Suecia es una potencia, es la mejor selección en pelota parada. Somos conscientes de todo, pero no vamos a dejar de intentarlo. Sin sacarme nada de responsabilidad, podemos perder los tres partidos, pero vamos a intentarlo todo porque trabajamos bien, no nos faltó nada y nos sobra fe.

–¿Un buen Mundial puede ser el punto de quiebre definitivo?

–Estamos 28 sobre 188 en el ranking FIFA y eso está bien. Cuando llegamos hace dos años estábamos 35 y logramos bajar un poco esos números. Pero queremos dejar un sello, queremos entrar en la historia, ganar un partido y, por qué no, pasar a octavos de final, ellas se lo merecen. Son una camada muy buena de jugadoras. Cuando llegamos, en el grupo había una grieta importante y supimos manejarlo bastante bien para poder integrar a chicas que no eran citadas . Dios quiera que podamos darle alegrías, también, a la gente que no sigue tanto al femenino. Un buen resultado sería muy trascedente para afirmar todo lo que vendrá. Porque el fenómeno del fútbol femenino recién está empezando.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/german-portanova-muchos-se-suman-ahora-al-relato-de-la-igualdad-pero-no-lo-sienten-nid22072023/

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